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Las bebidas energéticas suelen ser refrescos a los que se les ha añadido cafeína. Se encuentran en el mercado europeo desde hace dos décadas. En la actualidad se producen millones de envases al año. La popularidad de estas bebidas es consecuencia de las campañas de publicidad y marketing, destinadas, sobre todo, a la población joven, que asocian el consumo de bebidas energéticas con los deportes, la vitalidad, el aumento del rendimiento intelectual o la mezcla perfecta con alcohol en la vida nocturna.
Las bebidas energéticas están compuestas por cafeína, azúcar, aditivos (conservantes, colorantes, acidulantes) y otras sustancias, como taurina o guaraná. Algunas bebidas también incorporan minerales, como magnesio, potasio o vitaminas.
La mayoría de los efectos estimulantes se producen como consecuencia de las dosis elevadas de cafeína. No está probado que las concentraciones de guaranina (guaraná) o taurina tengan efectos psicoactivos. Las vitaminas y los minerales que incluyen no tienen ningún efecto (excepto en personas con carencias importantes).
Las cantidades de cafeína que contienen pueden ser muy variables, y dependen del tipo de bebida y/o marca. Una lata de 333 ml de una bebida energética aporta unos 100 mg de cafeína y unas 158 kcal.
Si bien la mayoría de bebidas energéticas incluyen en su composición glucosa y azúcares que proporcionan mayor energía (aunque de absorción rápida), no eliminan realmente la fatiga muscular ni el agotamiento. Las sustancias estimulantes como la cafeína solo inhiben temporalmente estas sensaciones y, una vez pasados sus efectos, dan paso a una sensación de decaimiento.