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Mejoran la autoestima
Pertenecer a un grupo donde nos sentimos escuchados, valorados y atendidos nos hace sentir parte fundamental de un todo, es decir, importantes y esenciales para que el grupo exista. Y es que, sentirnos integrados en el entorno más próximo y experimentar el aprecio de los demás está directamente relacionado con un aumento de la autoestima, el optimismo y la motivación por vivir.
Disminuyen el estrés
Verbalizar nuestras emociones en una charla con un buen amigo hace que se reduzca la ansiedad acumulada y en consecuencia bajen los niveles de cortisol “la hormona del estrés”, que se activa cuando detecta que debe responder a situaciones de mucha tensión.
Suman felicidad
Convivir armónicamente con un grupo de amigos y vivir experiencias placenteras, como hacer actividades juntos, compartir vivencias, escuchar, aconsejar, etc., hace que el cerebro segregue endorfinas (“las hormonas de la felicidad”), proporcionándonos una sensación de alegría muy agradable.
Nos hacen más empáticos
La capacidad de ponerse en el lugar del otro es una de las principales características humanas, pero en el caso de los amigos lo llevamos al extremo. Debido a que nuestros objetivos y recursos son comunes, si algo amenaza a un amigo, también nos sentimos amenazados nosotros. De hecho, los científicos han descubierto que la actividad cerebral de una persona cuando está en peligro es prácticamente idéntica a la que despliega cuando el que lo está es su amigo. Nuestro sentido del “yo” incluye a las personas más cercanas.
Abren nuestra mente y nos ayudan a salir de la zona de confort
Los amigos, al haber sido criados en familias distintas a la nuestra, se relacionan e interpretan el mundo que nos rodea de forma diferente a nosotros. Esto nos permite conocer el mundo a través de experiencias heterogéneas y enriquecer nuestra perspectiva global. Además, nos motivan a realizar planes que, en caso de encontrarnos solos, no nos atreveríamos a hacer, permitiéndonos así, evolucionar y salir de nuestra zona de confort.
Aumentan nuestra capacidad intelectual
Compartir tiempo con los amigos mejora ciertas funciones cerebrales y nuestra capacidad para resolver problemas; de hecho, en muchas ocasiones, el deterioro cognitivo viene producido por la falta de interacción con los demás y la sensación de aislamiento.
Nos hacen dormir mejor
Las personas que se sienten socialmente aisladas o excluidas suelen tener problemas para dormir, siendo más inquietos en la cama y durmiendo a intervalos de sueño poco profundos. La seguridad que transmite el tener una amplia red social, nos facilita dormir “a pierna suelta”.
Nos ayudan a aceptarnos
En la mayoría de relaciones, tendemos a ocultar alguna característica de nuestra personalidad que creemos que puede no gustar, sin embargo, con los amigos podemos ser nosotros mismos en nuestra máxima esencia, sin censura, facilitando nuestra aceptación.
Nos ayudan a recuperar tras una enfermedad
Se ha demostrado que, cuando enfermamos, los lazos sociales reducen el riesgo de empeorar o morir. El apoyo social tiene un efecto positivo cuando se lucha contra una enfermedad, así como reduce el riesgo de contraer enfermedades como la demencia y puede mitigar los síntomas de la depresión.
Contribuyen a nuestra gestión de las emociones
Compartir las cosas buenas y malas que nos suceden con nuestros amigos, nos ayuda a navegar mejor por los altibajos de la vida. Compartir emociones positivas, aumenta su efecto, en cambio, el sufrimiento compartido siempre es menor. Los amigos nos equilibran y nos fortalecen frente a los golpes de la vida.
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ayudan a mejorar la autoestima