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Un bebé prodigioso que nace con la bondad y la valentía como sus principales virtudes. Sus películas y libros nos muestran aspectos de las costumbres y la cultura africanas, además de enseñarnos a cuidar la naturaleza. Un cuento de tintes pedagógicos que ensalza valores como la cooperación, el respeto y el amor por la conservación del Medio Ambiente. Todo ello envuelto en un halo de magia y música que nos adentra en el seno de las aldeas africanas.
Cuenta la leyenda que en la región oeste de África existió un niño prodigioso llamado Kirikú. Cuando todavía estaba en el vientre de su madre le pidió que le diera a luz, y nació por su propio pie. Este es el comienzo de la historia del pequeño héroe africano que devolvió el equilibrio natural a su aldea. Es el protagonista de libros y películas educativas que muestra a los mayores y niños la importancia que tiene el medio ambiente mientras nos enseña los valores del continente africano.
De sus historias podemos extraer una sabia lectura en la que comprendemos que si no cuidamos la naturaleza la vida terminará por consumirse. Los animales, las plantas, los ríos, incluso las tormentas, son fuente de vida, un motivo de alegría y celebración solo por el hecho de existir. Kirikú reúne la curiosidad de un niño, que es capaz de ejercer las labores de un agricultor, un alfarero, un intelectual o un médico, con las convicciones y el razonamiento de un adulto que no conoce lo que es el miedo y actúa con reflexión y valentía.
A través de sus aventuras, recorremos los paisajes de la sabana y la selva africanas, conocemos las costumbres de sus habitantes y paseamos junto a jabalíes, mofetas, ardillas, abubillas y serpientes que le piden ayuda a Kirikú. Cruzamos lagos con la superficie tan seca que se quiebra en mil pedazos de arcilla, andamos entre bosques arrasados y llamamos a la lluvia, que nunca llega. El artífice de todas estas catástrofes naturales, en esta historia tiene un nombre: Karaba, una malvada hechicera que ha lanzado un conjuro contra los habitantes del lugar, movida por su sufrimiento personal. De ella podríamos extraer una doble lectura en la que la bruja del cuento representa la sequía, la contaminación y la deforestación.
La gran virtud de Kirikú es su capacidad para resolver problemas, siempre siguiendo el camino correcto, el de la bondad. Y partiendo de su humilde pensamiento, que siempre busca la humanidad oculta en el disfraz de la maldad, decide ir en busca de Karaba para descubrir su lado bueno.
Las historias del pequeño héroe africano nos muestran los valores más importantes de la sociedad africana: la importancia de la familia y la conciencia de grupo, núcleos del trabajo en equipo y la cooperación; la necesidad de vivir en armonía con el cuerpo, que es el hogar del espíritu; el altruismo, la astucia, el perdón, el paso del tiempo y el amor en todos sus niveles, como las pistas que guían nuestros pasos por la senda de la vida. Un camino que solo podemos completar con buenos resultados si, además, lo recorremos conectando con la naturaleza, estableciendo una relación de cuidado y convivencia respetuosa en la que todas las partes salen beneficiadas.
Michel Ocelot es el director de las dos películas, 'Kirikú y las bestias salvajes' y 'Kirikú y la hechicera'. Sus dibujos pretenden hacernos reflexionar acerca de la posibilidad de lograr el cambio sacando lo mejor de uno mismo, y de los demás, para vencer los miedos. El argumento nos habla de niños, de magia, de naturaleza, de agua y, sobre todo, de África. Sus plantas y animales están cuidadosamente representados y su banda sonora, compuesta por Youssou N'dour, revive la música africana con instrumentos del continente. Una deliciosa experiencia con tintes pedagógicos que ensalzan valores como el conocimiento de la naturaleza, el respeto y la prudencia.