Respuestas
Hubo un tiempo, no hace mucho, la mayoría de la gente pensaba que las personas ciegas nunca podrían aprender a leer. Porque todo el mundo claro que la única forma de leer era mirar las palabras con los ojos.
Un muchacho joven francés llamado Louis Braille pensaba de otra manera. Ciego desde los tres años, el joven Louis quería leer desesperadamente. Se dio cuenta de que todo el mundo del pensamiento y el conocimiento estaban cerrados con llave para él debido a su discapacidad. Y estaba decidido a encontrar la clave para si mismo y para todas las personas ciegas como él.
Esta historia comienza en la primera parte del siglo XIX. Louis Braille nació en 1809 en un pequeño pueblo cerca de París. Su padre hacía arneses y otros artículos de cuero para vender a los demás aldeanos. El padre de Louis, usaba frecuentemente herramientas afiladas para cortar y hacer agujeros en la piel.
Una de las herramientas que utilizaba para hacer agujeros era un punzón afilado. Mientras jugaba con uno de los punzones de su padre, la mano de Luis resbaló y accidentalmente se la clavó en uno de sus ojos. Al principio la lesión no parecía seria, pero luego la herida se infectó. Unos días más tarde Louis perdió la vista en ambos ojos. Los primeros días después de quedar ciego fueron, como os podéis imaginar, muy duros.
Pero a medida que pasó el tiempo, aprendió a adaptarse y a llevar una vida normal. Fue a la escuela con todos sus amigos y le fue bien en sus estudios. Era a la vez inteligente y creativo. No iba a permitir que su discapacidad le frenara en la vida. Conforme crecía se dio cuenta de que la pequeña escuela a la que asistía no tenía el dinero y los recursos que él necesitaba para seguir aprendiendo. Oyó hablar de una escuela en París que era especial para estudiantes ciegos. Louis no se lo pensó dos veces antes de ir. Preparó sus maletas y se fue en busca de una educación sólida que le permitiera avanzar académicamente.
Cuando llegó a la escuela especial para ciegos, le preguntó a su profesor si había libros que pudieran leer los ciegos. La respuesta fue negativa. Tan solo disponían de libros con letras muy grandes, y a la vez estos eran muy voluminosos y caros de comprar. La escuela solo poseía catorce de estos libros.
Louis se puso a leer los catorce libros de la biblioteca de la escuela. Podía sentir cada letra, pero tardaba mucho tiempo en leer una frase. Le tomaba unos segundos terminar cada palabra y en el momento en que llegaba al final de una frase, se había olivado de la totalidad de ella por el tiempo que tardaba en leerla. Louis intuía que debía haber una mejor manera. Ese día se propuso el objetivo de idear un sistema que permitiera a las personas ciegas poder leer. Trataba de pensar en algún código alfabético para leer con los dedos «igual de rápido y fácil como los videntes”.
Una oportunidad en forma de idea llegó a su vida. Alguien en la escuela había oído hablar de un código alfabético que estaba siendo utilizado por el ejército francés. Esta clave se utilizaba para entregar mensajes de los oficiales a los soldados. Los mensajes no se podría escribir en tinta porque el soldado tendría que encender una cerilla para leerla, por lo que la luz de la cerilla le daría al enemigo a un blanco fácil de disparar.
Estos símbolos fueron impresos en el papel para que los soldados pudieran leerlos pasando los dedos sobre ellos. Una vez que los soldados entendían el código, eran destruidos.
Louis se apoderó de algunos de estos códigos y los estudió minuciosamente. Era mucho mejor que leer los libros gigantes con enormes letras en relieve. Pero el código militar seguía siendo lento y engorroso. Los guiones ocupaba mucho espacio en una página. Cada página sólo podía tener una o dos frases. Louis sabía que podía mejorar este alfabeto de alguna manera.
Personajes como Louis Braille son los que hacen grande a la raza humana. Los que luchan por un ideal, por ayudarse a si mismos y a los demás, a romper las barreras de todas aquellas personas que desgraciadamente no pueden ver la vida con los ojos con que la miramos nosotros. Por él y a todos los que día a día trabajan por las personas invidentes, quiero darles las gracias infinitas por su labor.