interpretar el cuadro escogedoras de cafe

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Respuesta dada por: carmenjaymes14
19

iez minutos después, cubre sus dedos pulgar e índice con la cinta adhesiva, se pone los anteojos, se tapa sus oídos, se sienta en una butaca negra y fija su mirada sobre millones de granos de café que pasan lentamente por una banda transportadora.

Ana Delia está lista para cumplir una más de sus jornadas de trabajo como escogedora, un oficio que tiende a desaparecer en la industria cafetera nacional y que consiste en separar los granos buenos, denominados excelsos, de los malos, a los que les llaman pasilla.

La banda se me come las uñas y por eso se me encarnan. Al taparlas las puedo mantener largas, dice la mujer para justificar sus vendajes y segundos antes de lanzar sus dedos largos y morenos hacia el montón de café para que no se le escape ningún grano dañado.

Es una labor agotadora, que además de las uñas puede deteriorar la vista.

Con este mismo trabajo, Rosa Nubia Orozco, una rubia de ojos verdes, levantó a sus cinco hijos, que ya le dieron algunos nietos.

En los últimos 15 años Rosa Nubia ha pasado por cuatro trilladoras y aún vive del oficio, que se ha transmitido de generación en generación y que se niega a desaparacer a pesar de los avances tecnológicos que han permitido diseñar máquinas para seleccionar el café.

Ellas le hacen el control manual de calidad, el último eslabón de la trilla (procesamiento) del grano, antes de que los bultos sean enviados a los puertos de exportación.

Pero los inventos han hecho mella. Hace 20 años, cuando a la Trilladora Gómez comenzaron a llegar las primeras máquinas procedentes de Costa Rica, 300 escogedoras de café figuraban en la planta de personal de la empresa.

Respuesta dada por: hectorcocha2000
8

Diez minutos después, cubre sus dedos pulgar e índice con la cinta adhesiva, se pone los anteojos, se tapa sus oídos, se sienta en una butaca negra y fija su mirada sobre millones de granos de café que pasan lentamente por una banda transportadora.

Ana Delia está lista para cumplir una más de sus jornadas de trabajo como escogedora, un oficio que tiende a desaparecer en la industria cafetera nacional y que consiste en separar los granos buenos, denominados excelsos, de los malos, a los que les llaman pasilla.

La banda se me come las uñas y por eso se me encarnan. Al taparlas las puedo mantener largas, dice la mujer para justificar sus vendajes y segundos antes de lanzar sus dedos largos y morenos hacia el montón de café para que no se le escape ningún grano dañado.

Es una labor agotadora, que además de las uñas puede deteriorar la vista.

Con este mismo trabajo, Rosa Nubia Orozco, una rubia de ojos verdes, levantó a sus cinco hijos, que ya le dieron algunos nietos.

En los últimos 15 años Rosa Nubia ha pasado por cuatro trilladoras y aún vive del oficio, que se ha transmitido de generación en generación y que se niega a desaparacer a pesar de los avances tecnológicos que han permitido diseñar máquinas para seleccionar el café.

Ellas le hacen el control manual de calidad, el último eslabón de la trilla (procesamiento) del grano, antes de que los bultos sean enviados a los puertos de exportación.

Pero los inventos han hecho mella. Hace 20 años, cuando a la Trilladora Gómez comenzaron a llegar las primeras máquinas procedentes de Costa Rica, 300 escogedoras de café figuraban en la planta de personal de la empresa.


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