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Recientemente se ha enfatizado en la significativa proximidad de la Pedagogía con las neurociencias, lo cual reconócela relación entre lo cognitivo y lo afectivo en el aprendizaje y permite identificar ciertas formas de tornar el aprendizaje más provechoso, como puede ser el propiciar motivaciones y promover emociones.
Para nuestra comunidad de pedagogos, dispuestos a desarrollar las ciencias de la Educación de acuerdo con los requisitos contemporáneos, no puede faltar la valoración epistemológica de los procesos educacionales, ya que esta puede ayudar y lo hace, de hecho, a su fundamentación científica. En el caso del sistema nervioso en las especies estudiadas en el orden evolutivo, se apreciará cómo el sistema nervioso se torna más reactivo y capaz de mejores adaptaciones al ambiente y cómo se fueron originando cerebros cada vez más desarrollados en cada grupo de organismos, hasta la máxima expresión de desarrollo en el cerebro humano.
¿Qué implicaciones tiene este saber para los procesos educativos en los que participan el maestro o maestra y los estudiantes? Hay que fijar la atención en lo que se ha dado en llamar motivación, término que se emplea para designar un complejo sistema de procesos y mecanismos psicológicos que determinan la orientación dinámica de la actividad del ser humano en relación con su medio. Por ejemplo, cuando en el curso de la actividad surge “algo” que representa una forma precisa de satisfacer ciertos deseos y necesidades, este se convierte en un motivo de la conducta, y lo mueve hacia su estudio. Así se forman los motivos para el trabajo, la recreación y también para el estudio.
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