Respuestas
Respuesta:
parábola de los viñadores asesinos (Mt. 21, 33-43)
Explicación:
Su núcleo original es el anuncio de la muerte de Jesús, que es parte de esta cruda realidad que nos hace darnos cuenta de que el amor de Dios mostrado en su propio hijo es más fuerte que la muerte. Dios no sucumbirá a la pereza, la mentira o las anomalías. Incluso si todo se derrumba, hará de esa piedra desechada una piedra angular. Este evangelio exige directamente una evaluación calmada y sincera de los frutos que realmente hemos cosechado en nuestra vida personal, como miembros de la familia o comunidad cristiana, y como miembros de cualquier trabajo o sociedad, organización religiosa, política o cultura. Todo es de Dios, lo que nos ha dado, ha establecido una relación de comunión en la que la vida da fruto, se multiplica y se extiende a todos. Dios nos ha dado sus posesiones únicas: viñedos, creaciones, cosas e incluso personas que nos han confiado, para que podamos dar buenos frutos en la confianza y no en otra cosa. La iniciativa de esta relación la lleva Dios mismo. Hizo esto para que podamos gestionar su identidad sin apoderarnos de nada ni de nadie. Dios no quiere establecer contacto con súbditos o tontos útiles, y mucho menos con propietarios únicos. No quiere que las personas sean instrumentalizadas o manipuladas en sus vidas, pero espera que esta relación pueda producir un desempeño bueno, solidario y común. Por eso Jesús diría: Si los que Dios confió su viña no dan fruto, se les quitará y se los dará a los que den fruto. Los frutos que producimos o dejamos de producir en nuestra propia existencia, en nuestras familias, comunidades eclesiales, trabajos, organizaciones, donde vivimos y en las personas que se nos han confiado, son asuntos personales de Dios. Dios no quiere establecer contacto con súbditos o tontos útiles, y mucho menos con propietarios únicos. No quiere que las personas sean instrumentalizadas o manipuladas en sus vidas, pero espera que esta relación pueda producir un desempeño bueno, solidario y común. Por eso Jesús diría: Si los que Dios confió su viña no dan fruto, se les quitará y se los dará a los que den fruto.
Los frutos que producimos o dejamos de producir en nuestra propia existencia, en nuestras familias, comunidades eclesiales, trabajos, organizaciones, donde vivimos y en las personas que se nos han confiado, son asuntos personales de Dios.