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Estos cambios estructurales en las sociedades emergentes están también teniendo como resultado, vía mayor actividad económica y comercial, el progresivo desarrollo de los medios de transporte (tanto de mercancías como de pasajeros). Es razonable -por tanto- prever que la demanda de crudo siga aumentando a medida que los países en vías de desarrollo vayan creciendo y disponiendo de mayores flotas de coches, aviones y barcos. En China, por ejemplo, se transportan por avión 140 millones de pasajeros y 8.000 millones de toneladas al año, lo que supone incrementos del 40 y 50 por ciento desde 1980.
El petróleo es, sin embargo, un recurso finito, por lo que no puede ser una opción a largo plazo. Pese a ello, la realidad es que sigue siendo la única alternativa existente, lo que -unido a su creciente escasez y a la elevada dependencia que tenemos del mismo- nos permite entender que resulte imprescindible y que sea cada vez más valioso, que es precisamente lo que están empezando a descontar los mercados financieros.
Además, la importancia medioambiental del petróleo ha llevado a gobiernos de numerosos países avanzados a aprobar normas que limitan la emisión de sulfuros. Esta normativa incentiva la demanda de un crudo más ligero y con baja composición de azufre , limitando así la de otros tipos de petróleo más pesados y con mayor presencia de sulfuros El resultado es obvio: la capacidad de refino actual no sólo está adaptada para refinar únicamente una parte de la producción mundial de crudo
Los mercados financieros también han hecho su aportación. Unos tipos reales negativos, un dólar cada vez más barato, presiones inflacionistas en el horizonte y una ausencia de alternativas de inversión, han hecho que inversores apuesten por una opción con fundamentos más sólidos: el petróleo.
En definitiva, la demanda procedente de los países emergentes (especialmente China e India), unido a la avidez de los inversores internacionales, han impulsado la demanda global de petróleo y, por tanto, los precios. Asimismo, la regulación que limita las emisiones de sulfuros ha condicionado el mercado, incentivando la demanda de petróleo convencional y desincentivando la del no convencional. El resultado es claro: más demandantes para menos petróleo ¡y el mercado ajustándose mediante precios cada vez mayores
Respuesta:
para su desarrollo eso es