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Su fórmula es simple y perfecta: dos átomos de hidrógeno y un átomo de oxígeno unidos mediante un enlace covalente. Ya tenemos la combinación para que surja la revolución de la vida. El agua está presente en todas las formas de vida que conocemos aunque de maneras muy diferentes. En su última exposición, el fotógrafo y divulgador científico Héctor Garrido la retrata en sus diferentes estados y desde múltiples perspectivas para mostrar su estrecha relación con la vida y la ciencia.
El agua cristalina de los ríos de alta montaña contrasta con los paisajes teñidos de naranja y verde fruto de la filtración de residuos de minas y fábricas.
La muestra, que se ha inaugurado esta semana en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Agua, podrá visitarse hasta el 15 de julio. 'AGUA' reúne 20 fotografías de gran formato impresas en lienzo procedentes de la Casa de la Ciencia de Sevilla, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
La acción del hombre queda reflejada en las fotografías, que muestran hasta qué punto la contaminación de acuiferos transforma el paisaje y destruye a los seres vivos. El agua pura y cristalina de los ríos de alta montaña contrasta con los paisajes teñidos de naranja y verde fruto de la filtración de residuos procedentes de minas y fábricas. Por ejemplo, una de las imágenes muestra aguas con residuos de fosfoyesos procedentes de la fabricación de fertilizantes químicos. Éstos contienen isotopos radiactivos, como uranio 238 y otros residuos con elevadas concentraciones en arsénico, cadmio, plomo y zinc. Los ríos se convierten en manchas verdes y azules en los que es imposible la vida.
Otra de las fotografías refleja la acción de las aguas ácidas procedentes de la oxidación de los yacimientos de sulfuros metálicos (sobre todo, pirita) en tres flores de adelfa ('Nerium oleander'), que muestran varias fases del proceso de oxidación que provoca que se descompongan hasta que se mimetizan con el lecho del río.