Respuestas
Respuesta:
parece importante decir algo más sobre este tema. Con Vaticano II, hemos dado un cambio bastante grande: de una lectura literal de la Sagrada Escritura hoy se nos invita a conocer los géneros literarios en que fue escrita para poder interpretarla de manera más adecuada.
La necesidad de interpretar no significa que la vida de Jesús, sus hechos y palabras, su muerte y resurrección, no fueron reales e históricas. Por supuesto que sí. Pero también significa que cuando se comunica una experiencia tan profunda y existencial como la experiencia de fe se utilizan muchos recursos para ello, incluidos los recursos lingüísticos. Para entenderlo mejor, cualquiera puede hacer el ejercicio de escribir su «historia de amor» con su novia (o), esposa (o) y, por supuesto, su historia de amor personal con el Señor.
Se dará cuenta que usará muchos recursos (y tal vez le faltarán), para expresar lo mucho que la persona amada significa, lo maravillosa que esa persona es, la manera extraordinaria como todos los hechos sucedieron para que ellos se encontraran y pudieran compartir la vida. No dudo que se utilizará la poesía y muchos símbolos para intentar decir algo de esa experiencia. Las palabras resultarán cortas. Y los lectores comprenderán que no todo será exacto y biográfico, pero que es la manera que tenemos para acercarnos a la experiencia de amor de dos personas y participar, en cierta medida, de ella.
Los evangelios son esa hermosa herencia que nos dejaron «los primeros» de su experiencia de encuentro con el Resucitado y al leerlos, no sólo recordamos una historia, sino que la actualizamos en nuestro presente. El objetivo de leer y orar los evangelios es dejarnos iluminar por ese actuar de Jesús, dejarnos interpelar por su palabra y sus hechos, conocerle, amarle y seguirle.
Explicación:
pero si hay un quinto evangelio