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A comienzos del siglo XIX, la corona española temía que las ideas de la Revolución Francesa se propagasen por sus colonias. En 1808 España fue invadida por el ejercito francés. Es entonces cuando Carlos IV abdica en su hijo Fernando VII, que se tiene que retirar a Bayona ante las presiones de Napoleón. El vacío de poder dejado sirvió de argumento a los independentistas para justificar el cambio.
Tras las Cortes en Bayona se aprobó una Carta otorgada (Estatuto de Bayona) que establecía en España una Monarquía Constitucional (José I). La elección del rey fue hecha por diputados afrancesados, ya que los no afrancesados consideraban que partía de una invasión ilegítima.
Formación de Juntas ProvincialesEn contra del gobierno francés formado en España y como legítima defensa ante el invasor, se formaron las Juntas Provinciales Españolas, modelo que será seguido en América para declarar su independencia del gobierno español (José I no fue aceptado como rey legítimo).
Los cabildos americanos se reunieron para nombrar a los miembros que representarían dichas Juntas Provinciales, declaradas de carácter independiente. Al igual que en España, en América se formaron Juntas Provinciales (Nueva España, Chile, Venezuela, Río de la Plata …).
Al entrar en guerra con los franceses, se hizo necesario establecer una Junta Central(1808-1809). De esta forma, se legitimaba el poder del bando antifrancés y se evitaba la revolución en los territorios españoles.
La Junta Central confiaba en una participación americana. Así, la lealtad de los americanos en una época de guerra y, sobre todo, sus apoyos logísticos y económicos (la plata de Nueva España y Perú) fueron más necesarios que nunca.
Las diferencias entre España y AméricaLa Junta Central ordenó la disolución de las Juntas Provinciales en España y en América. Se necesitaba centralizar la fuerza para hacer frente al enemigo francés. Así, se convocó a peninsulares y a americanos para que tuvieran representación en la Junta Central:
36 peninsulares.9 americanos.La inferior representación americana desembocó en un rechazo profundo a la Junta Central por parte de los criollos. Además, la elección de los representantes estaba en manos de los peninsulares, lo que acentuaba la inferioridad americana respecto a la peninsular.