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Respuesta:
este lo puedes hacer
Dios Padre misericordioso, tu gloria llena el universo y toda la creación proclama tu sabiduría. Pero has querido hacerte el encontradizo en nuestro camino para demostrarnos tu amor y el deseo que tienes de salvarnos.
Con el pueblo de Israel te encontrabas en la tienda del tabernáculo y, más tarde, en el esplendor del templo de Jerusalén. Y al llegar la plenitud de los tiempos te hiciste totalmente cercano enviándonos a tu Hijo como Redentor. El es el nuevo templo, el lugar de encuentro entre lo humano y lo divino.
Hemos venido hasta este sitio para responder a la invitación que tu Hijo nos ha hecho
Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, que yo los aliviaré de sus cargas. Porque sólo Él es la palabra de vida eterna y sólo El puede dar respuesta a las preguntas angustiosas de la existencia.
Padre de bondad, concédenos la gracia de que esta visita sea para nosotros fuente de gozo y de vida nueva. Que encontremos alguien que nos diga: En el nombre de Jesucristo, levántate y anda y nos podamos alzar de nuestra opresión y de nuestras tristezas. Y entremos en tu templo alabando tu ternura para con los humildes.
Envíanos la fuerza de tu Espíritu para renovarnos interiormente con tu perdón y ser como piedras vivas del templo de tu Iglesia. María, madre de Jesús y madre nuestra, acompáñanos en nuestra oración. Amén.
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