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Sus dotes de líder se manifestaron en todas sus actividades, pero, principalmente, en la fundación del club de madres "Micaela Bastidas", que tenía la finalidad de defender a las madres de la manipulación de Ofasa y otros organismos gubernamentales. Teniendo en cuenta su don de gentes y su capacidad de trabajo, las mujeres de Villa El Salvador, en 1983, la nombraron como su delegada ante una convención, donde se iba a formar la Federación Mujeres. María Elena cuenta que fue con su hijo David en brazos. Erlinda Muñoz, rival política y con la que se conocían desde la toma del local de la escuela 6066, no quiso que ingresase al evento, pero las mujeres del grupo de limpieza dijeron que era su delegada, la señora Juana Bendezú convenció a Muñoz y la hicieron ingresar al antiguo cine Madrid, en el segundo sector de Villa El Salvador. En dicha convención salió elegida como subsecretaria de la organización de la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador (FEPOMUVES).En 1984, ya militando en el Partido Unificado Mariateguista, fue designada presidenta de FEPOMUVES, cargo en la que fue reelegida en el año 1988. Fue durante su gestión que esta federación (integrada en ese entonces por 105 presidentas de clubes de madres y 450 coordinadoras del Vaso de Leche), por la voluntad política del alcalde Michel Azcueta, la FEPOMUVES obtuvo la dirección del programa del Vaso de Leche (creado por Ley 24059, de 6-I-1985).
En 1989, fue elegida como teniente alcaldesa de la municipalidad distrital de Villa El Salvador, como integrante de la lista del movimiento político Izquierda Unida, que encabezó el señor Michel Azcueta. Las discrepancias con el grupo terrorista Sendero Luminoso se acentuaron a raíz de unos volantes que publicó dicho grupo y donde decía que María Elena se había apoderado del dinero de unas donaciones de entidades del extranjero. En septiembre de 1991, María Elena, en un comunicado público, desmintió categóricamente tal infamia e increpó a los maoístas muy crudamente, con estas palabras: «... la revolución no es muerte ni imposición, ni sometimiento, ni fanatismo...».
En 1990, María Elena, con treinta años de edad, deja, dicen en un boletín "Los amigos de Villa", la presidencia de la Fedepomuves para dar paso a la nueva generación de dirigentas que se han venido perfilando en el último período en que la confrontación política demandaba de los dirigentes populares no solo un fuerte compromiso con las organizaciones de base, sino también, y básicamente, un distanciamiento y condena clara de los métodos de terror que imponía Sendero Luminoso a muchas organizaciones como una forma de controlar, por la fuerza y el terror, lo que no pueden lograr con argumentos políticos. Con las organizaciones de mujeres Sendero Luminoso tuvo un gran conflicto: el carácter democrático de las mismas, la clara distancia que esas organizaciones han marcado con el uso de la violencia y el terror, la organización cotidiana por enfrentar las adversas circunstancias que trae la crisis económica del país, son algunos de los aspectos absolutamente antagónicos al proyecto político senderista. Por estas razones es que Sendero inicia una campaña de asesinatos, de terror, de intentos de separar las dirigencias de las bases a partir de acusaciones de traición a la causa popular. Así, las dirigentes son acusadas por Sendero de reformistas y de colaborar con el gobierno, de inmediatistas por sus intentos y logros en mejorar las condiciones de vida de sus familias y de sus comunidades.
En 1989, fue elegida como teniente alcaldesa de la municipalidad distrital de Villa El Salvador, como integrante de la lista del movimiento político Izquierda Unida, que encabezó el señor Michel Azcueta. Las discrepancias con el grupo terrorista Sendero Luminoso se acentuaron a raíz de unos volantes que publicó dicho grupo y donde decía que María Elena se había apoderado del dinero de unas donaciones de entidades del extranjero. En septiembre de 1991, María Elena, en un comunicado público, desmintió categóricamente tal infamia e increpó a los maoístas muy crudamente, con estas palabras: «... la revolución no es muerte ni imposición, ni sometimiento, ni fanatismo...».
En 1990, María Elena, con treinta años de edad, deja, dicen en un boletín "Los amigos de Villa", la presidencia de la Fedepomuves para dar paso a la nueva generación de dirigentas que se han venido perfilando en el último período en que la confrontación política demandaba de los dirigentes populares no solo un fuerte compromiso con las organizaciones de base, sino también, y básicamente, un distanciamiento y condena clara de los métodos de terror que imponía Sendero Luminoso a muchas organizaciones como una forma de controlar, por la fuerza y el terror, lo que no pueden lograr con argumentos políticos. Con las organizaciones de mujeres Sendero Luminoso tuvo un gran conflicto: el carácter democrático de las mismas, la clara distancia que esas organizaciones han marcado con el uso de la violencia y el terror, la organización cotidiana por enfrentar las adversas circunstancias que trae la crisis económica del país, son algunos de los aspectos absolutamente antagónicos al proyecto político senderista. Por estas razones es que Sendero inicia una campaña de asesinatos, de terror, de intentos de separar las dirigencias de las bases a partir de acusaciones de traición a la causa popular. Así, las dirigentes son acusadas por Sendero de reformistas y de colaborar con el gobierno, de inmediatistas por sus intentos y logros en mejorar las condiciones de vida de sus familias y de sus comunidades.
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