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9
el creo el modelo del sistema solar, el cual se conoce como El Modelo HelioCentral de Copernico
Cassie4511:
gracias
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15
Antes de Copérnico, se suponía que la Tierra era el centro del
Universo, y que el Sol, la Luna, los planetas y las estrellas giraban en
torno a ella. Este modelo, denominado geocéntrico, existía desde
tiempos remotos, pero quienes más ámpliamente lo desarrollaron fueron
Aristóteles en el siglo IV a.C. y Ptolomeo en el siglo II d.C.
Lo que aportó Copérnico a la Astronomía fue un nuevo modelo, llamado heliocéntrico, según el cual el centro del Universo no estaba situado en la Tierra sinó en el Sol. Las estrellas, los planetas y la Tierra misma giraban alrededor de un punto, el auténtico centro del Universo, situado muy cerca del Sol. Tan sólo la Luna giraba alrededor de la Tierra. La sucesión del día y la noche, y el movimiento aparente de las estrellas a lo largo de las horas, se explicaba entonces por el movimiento de rotación de la Tierra.
Copérnico publicó su teoría en un libro titulado "De revolutionibus orbium coelestium" ("Sobre el movimiento de las esferas celestes"). La obra está dedicada al papa Pablo III (no hay que olvidar que Copérnico era clérigo católico), e incluye una carta del cardenal Schönberg, a quien Copérnico hizo llegar los principios fundamentales de su teoría siete años antes de publicar el libro.
La obra vio la luz por primera vez en 1543, el año de la muerte de Copérnico. Fueron sus amigos Tiedemann Giese (obispo de Chełmno) y Georg Joachim Rheticus (matemático) quienes hicieron llegar el ejemplar a una imprenta de Núremberg (Baviera, hoy en Alemania). Núremberg por aquel entonces era una ciudad oficialmente católica, pero tolerante con los protestantes.
El libro causó una controversia moderada en su publicación. Los principales representantes del Protestantismo, en especial Lutero y Calvino, la condenaron muy enérgicamente alegando que contradecía las Sagradas Escrituras. Por contra, dentro del mundo católico había división de opiniones. Universidades católicas como la Sorbona, de París, la calificaron de sacrílega, mientras que otras como la de Salamanca la hicieron lectura obligatoria.
La obra fue prohibida por la Iglesia Católica en 1616 (setenta y tres años después de ser publicada). En la decisión de ser prohibida es muy probable que influyera el hecho de que la teoría había sido defendida por Giordano Bruno, quien fue quemado en la hoguera en 1600, no por defender el heliocentrismo como se ha dicho a veces, sinó por sus ideas religiosas (su delator, el noble veneciano Giovanni Mocenigo, le acusaba de despreciar la religión, negar la creación divina, negar la inmortalidad del alma, negar la virginidad de María, creer en la reencarnación después de la muerte...).
En 1620 se volvió a permitir la publicación del libro de Copérnico, pero añadiendo a la misma una corrección donde se indicara que el sistema era tan solo una construcción matemática, y no una auténtica descripción de la realidad física.
Fue Johannes Kepler quien dio el impulso definitivo a la Teoría Heliocéntrica al comprender que las órbitas de los planetas debían ser elípticas, no circulares, y que la velocidad de los mismos variaba en función de la distancia al Sol. Sus Tabulae Rudolphine, publicadas en 1627, se usaron a partir de entonces en todo el mundo para calcular las posiciones de los planetas y las estrellas. Antes de eso, el modelo geocéntrico de Ptolomeo era más eficaz en predecir la posición de los planetas que el modelo heliocéntrico de Copérnico
Lo que aportó Copérnico a la Astronomía fue un nuevo modelo, llamado heliocéntrico, según el cual el centro del Universo no estaba situado en la Tierra sinó en el Sol. Las estrellas, los planetas y la Tierra misma giraban alrededor de un punto, el auténtico centro del Universo, situado muy cerca del Sol. Tan sólo la Luna giraba alrededor de la Tierra. La sucesión del día y la noche, y el movimiento aparente de las estrellas a lo largo de las horas, se explicaba entonces por el movimiento de rotación de la Tierra.
Copérnico publicó su teoría en un libro titulado "De revolutionibus orbium coelestium" ("Sobre el movimiento de las esferas celestes"). La obra está dedicada al papa Pablo III (no hay que olvidar que Copérnico era clérigo católico), e incluye una carta del cardenal Schönberg, a quien Copérnico hizo llegar los principios fundamentales de su teoría siete años antes de publicar el libro.
La obra vio la luz por primera vez en 1543, el año de la muerte de Copérnico. Fueron sus amigos Tiedemann Giese (obispo de Chełmno) y Georg Joachim Rheticus (matemático) quienes hicieron llegar el ejemplar a una imprenta de Núremberg (Baviera, hoy en Alemania). Núremberg por aquel entonces era una ciudad oficialmente católica, pero tolerante con los protestantes.
El libro causó una controversia moderada en su publicación. Los principales representantes del Protestantismo, en especial Lutero y Calvino, la condenaron muy enérgicamente alegando que contradecía las Sagradas Escrituras. Por contra, dentro del mundo católico había división de opiniones. Universidades católicas como la Sorbona, de París, la calificaron de sacrílega, mientras que otras como la de Salamanca la hicieron lectura obligatoria.
La obra fue prohibida por la Iglesia Católica en 1616 (setenta y tres años después de ser publicada). En la decisión de ser prohibida es muy probable que influyera el hecho de que la teoría había sido defendida por Giordano Bruno, quien fue quemado en la hoguera en 1600, no por defender el heliocentrismo como se ha dicho a veces, sinó por sus ideas religiosas (su delator, el noble veneciano Giovanni Mocenigo, le acusaba de despreciar la religión, negar la creación divina, negar la inmortalidad del alma, negar la virginidad de María, creer en la reencarnación después de la muerte...).
En 1620 se volvió a permitir la publicación del libro de Copérnico, pero añadiendo a la misma una corrección donde se indicara que el sistema era tan solo una construcción matemática, y no una auténtica descripción de la realidad física.
Fue Johannes Kepler quien dio el impulso definitivo a la Teoría Heliocéntrica al comprender que las órbitas de los planetas debían ser elípticas, no circulares, y que la velocidad de los mismos variaba en función de la distancia al Sol. Sus Tabulae Rudolphine, publicadas en 1627, se usaron a partir de entonces en todo el mundo para calcular las posiciones de los planetas y las estrellas. Antes de eso, el modelo geocéntrico de Ptolomeo era más eficaz en predecir la posición de los planetas que el modelo heliocéntrico de Copérnico
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