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Respuesta:
Para fundar una cofradía había que contar con el apoyo de la corona, de las
autoridades religiosas locales y a veces con el Papa. El permiso se otorgaba
basándose en las consideraciones referidas a la utilidad espiritual de la entidad y
consistía esencialmente en la aprobación de las llamadas constituciones o sea los
reglamentos que regían la vida interna y determinaban las finalidades de la
asociación.
En esta sociedad el rey y sus delegados eran el juez y legislador al mismo
tiempo. Gobernar significaba administrar la justicia, otorgando a cada uno lo que le
correspondía, según el lugar que ocupaban dentro del organismo social. No
consistía en eliminar las diferencias sino en respetarlas. La equidad significaba no
alterar las diferencias. (Di Stefano, 2002)
El poder político se encontraba disperso en una serie de polos con facultades
y jurisdicciones a menudo superpuestas. La política pasaba por defender el lugar de
cada uno en el universo social, un lugar supuestamente determinado naturalmente
que se manifestaba a través de signos exteriores, como por ejemplo el color de los
atuendos y el orden de procedencia en las ceremonias. Las relaciones sociales eran
concebidas como análogas a las familiares: el rey era el padre de sus súbditos. La
casa era el conjunto de parientes, allegados, esclavos, criados y tenían también sus
pobres que pasaban periódicamente a recoger comida (Di Stefano, 2002). La
necesidad material permitía el ejercicio de la caridad y del amor cristiano que
mantenía unida las diferentes partes de la sociedad.