Respuestas
Con la invención del telescopio, cada vez más astrónomos empezaron a cuestionar la opinión de Aristóteles.
Si el Sol, la Luna y las estrellas no estaban sujetos a esferas que giraban alrededor de la Tierra, entonces ¿qué podía sostenerlos en su lugar y hacer que giraran? René Descartes, matemático del siglo XVII, pensaba que tenía la respuesta.
Como concordaba con Aristóteles en que el espacio que hay entre la Tierra y los otros cuerpos celestes no podía estar vacío, supuso que el universo estaba lleno de un fluido transparente, una especie de caldo cósmico. Esta teoría parecía resolver dos problemas.
Por un lado, suministraba el medio en el que se ‘sostenían’ los cuerpos celestes, pues, según él, todos se sostenían en el caldo. Por otra parte, ayudaba a explicar los movimientos planetarios.
Descartes defendía la idea de que en este fluido se producían remolinos o torbellinos que obligaban a los planetas a girar describiendo sus órbitas. La denominada “teoría de los torbellinos” puede parecernos hoy día un tanto fantasiosa, pero en algunos países esa fue precisamente la teoría que dominó en el estudio del universo durante más de un siglo.