Respuestas
Respuesta:
Desde hace varias décadas se ha venido
resaltando el lugar importante que ocupa
la música en el Caribe colombiano. Sin
embargo, el panorama académico aún
resulta insuficiente para retratar, explicar
o comprender, los complejos procesos a
partir de los cuales se desarrollan este
tipo de expresiones y su relación con las
sociedades que la producen. Por este
motivo, es necesario continuar con el
esfuerzo que implica el entendimiento
de complejas y heterogéneas formas
artísticas - culturales, que operan bajo
desarrollos estéticos particulares y de
una variedad de relaciones que surgen
durante su producción y consumo, y que
dejan ver la manera en que se encuentran
articuladas con diversas temáticas y
dimensiones de lo humano y del contexto
en el cual están siendo producidas.
El mundo académico ha dado cuenta,
por ejemplo, de las complejidades
del ascenso de la música caribeña al
panorama nacional colombiano y de las
barreras que ha tenido que superar, como
lo ha señalado Wade (2002a). De igual
forma, Nieves (2008), ha explorado la
semiosis musical del Caribe colombiano,
resaltando los diversos aspectos que
han contribuido a la configuración de la
producción y consumo de la sonoridad
caribeña, en el contexto de cambios
impulsados por la comercialización y
desarrollo tecnológico. Asimismo, Ochoa
(2003ª, 2003b) resalta como el nuevo
papel de la cultura y la influencia de la
globalización en las músicas locales,
constituyen aspectos relevantes para
entender la práctica musical local de
las últimas décadas. La compilación de
Pardo (2009) y Pereira, Villadiego y Sierra
(2008), de igual forma ha contribuido
a resaltar las múltiples interacciones y
posibilidades de la práctica musical en
Colombia y su relación con la industria,
los medios de comunicación y las
identidades.
La identidad ha sido objeto de
múltiples reflexiones, en heterogéneos
espacios de análisis que no se limitan a las
ciencias. Cuando se asocia a la música,
la identidad se entiende ligeramente en
algunos sectores y generalmente a partir
de una simple relación entre geografía,
gente y ritmo. Pero sucede que no es tan
sencillo. La identidad, no es un asunto
homogéneo, ni supone la existencia de un
todo compacto que el investigador debe
hallar. Tampoco es algo de tener o no
tener, ya que se expresa a partir de distintas
formas. Es el resultante de los procesos de
movilización social en el cual las personas
construyen el significado de lo que ellos
consideran que son, muchas veces en
oposición a lo que históricamente les
dijeron que eran. Este artículo desarrolla
este punto, concentrándose en las
músicas locales del Caribe colombiano y
en la manera en que, en el proceso que ha
sido denominado política de la identidad,
las prácticas musicales se han constituido
a través de la significación de elementos
históricamente marginalizados.
En un principio, el concepto de
identidad estuvo ceñido a su significado
literal: “cualidad de lo idéntico”, pero las
constantes reflexiones sobre los procesos
y prácticas que ello supone, han extendido
los planteamientos cada vez más cercanos
a una propuesta que permita comprender
la heterogeneidad y complejidad que
esto implica. En ese sentido, el enfoque
construccionista ha sugerido que lo
idéntico o la identidad, son construcciones
sociales producidas históricamente a
partir de representaciones o procesos
de producción de sentido. Así mismo,
se ha establecido que son múltiples,
situacionales, históricamente construidas
y se producen a través de la diferencia
(Wade 2002b; Hall 1999; 2003;
Restrepo 2006; Agier y Quintín 2003).
En ocasiones se sugieren tipologías de
identidades, generalmente partiendo de
la distinción entre las que son producidas
desde afuera, como una suerte de
señalamiento y las que se producen desde
adentro, asociadas a movilizaciones y
empoderamientos (Restrepo 2006).
En el caso del Caribe, el proceso
histórico que sobreviene a las identidades
y todo acto cultural, tiene que ver con el
colonialismo. Todo acto de significación
actual tiene una herencia colonial que
ya varios autores se han encargado de
resaltar. Sin embargo, como sugiere
Walter Mignolo (2007), existe también
una energía alterna que intenta
transformar dicha realidad (una violencia
en términos de Fanon), la cual supone
unos actos de resistencia continuos, que
para nombrarla es necesario recurrir a
categorías que la experiencia caribeña
ha creado, tales como la de cimarronería
cultural (Depestre 2001; Quintero 1999).
Música e identidad, son prácticas
complejas en la región del Caribe
colombiano, pero muy dicientes de los
procesos que llevaron a su formación
cultural. Varios autores extranjeros y
nacionales han resaltado en sus obras
la trascendencia de esta relación (Wade
2002a, Cunin 2003, Figueroa 2010,
Nieves 2008), así como el fuerte impacto
de la industria y políticas cultural