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Los Evangelios de la Infancia de Jesús
Se llama así a los dos primeros capítulos de Mateo y de Lucas. Ahora bien, estos pasajes han planteado dos cuestiones. En primer lugar, ¿por qué no están en los demás Evangelios? Y, en segundo lugar, ¿hay que tomar en serio estos relatos que, más bien, parecen fábulas?
1. Es verdad que Marcos comienza por la vida pública de Jesús, y que Juan, después de comenzar hablándonos de la Encarnación del Verbo, se salta también a la infancia de Cristo para hablarnos de su bautismo en el Jordán (Jn.1:33). (Sin embargo, los exégetas discuten sobre Juan 1,13, texto que los manuscritos no transcriben de la misma forma. Si se adapta el singular, como ocurre en la versión más antigua, nos encontramos con la concepción virginal de Jesús: «... El, cuya generación no es carnal, ni fruto, del instinto, ni de un plan humano, sino de Dios»).
Pero, ¿Qué prueba eso? Que la fe cristiana tiene su centro en el misterio pascual y no en ninguna otra parte, como es lógico. ¿Y de que es centro este centro? De un conjunto de verdades segundas, que no secundarias, y que, muy pronto, la fe ha tenido que desarrollar para no quedarse sin base histórica. En efecto, ¿quién sería un Cristo que no fuese Jesús, hijo de María? ¿Y cómo se convirtió en hijo de María? No se puede eludir esta profundización de lo contrario el Resucitado se encontraría privado de su tronco como un niño huérfano. Aquí vuelves a constatar el error que te señalaba anteriormente y que pretende que «todo lo que es tardío es falso». Los que sostienen esto poseen una concepción regresiva de la verdad: sólo se fían de las fuentes. Entonces, ¿qué pasa con el Vaticano II?... ¡Amigo mío, no seas de esos cristianos que, como en los autobuses, caminan hacia adelante mirando hacia atrás!