importancia de un desarrollo social, económico y tecnológico, fundamentado en una lógica orientada al bienestar colectivo del país.
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La innovación es social porque impacta a la sociedad, genéricamente hablando, es decir, satisface necesidades de grupos humanos, soluciona con su participación, problemas que inciden en el mejoramiento de su situación, condición y calidad de vida, o al menos crea las condiciones favorables para el logro de estos propósitos.
Por su parte, en las interacciones entre innovación tecnológica, economía y sociedad, es necesario establecer prioridades, que no pueden ser otras diferentes a las de ubicar a la sociedad en calidad de gestora y receptora del avance científico y tecnológico contemporáneo. En este orden de ideas, en América Latina necesitamos un desarrollo tecnocientífico que en la medida en que fomente el crecimiento, fortalezca la equidad social.
Es importante además, no caer en extremos, al punto de divinizar el papel de las decisiones tecnocráticas, tan de moda en nuestro tiempo, cuyos efectos ya dejan mucho que desear a nivel mundial. Por lo tanto elegir una vía auténtica en materia de decisiones tecnocientíficas para nuestra sociedad, resulta hoy tarea prioritaria que compromete a todos, resaltando la participación de la comunidad en las mismas.
En América Latina, el tema del desarrollo tecnológico endógeno, adquiere amplio matiz ideológico, ello se debe a la profunda crisis estructural, derivada de un modelo fallido de desarrollo, que obliga necesariamente a buscar en la tecnociencia, un valioso apoyo en la consecución de la paz social, como ingrediente fundamental para la construcción de un modelo de desarrollo humanista.
La aceptación social, de las innovaciones tecnológicas, se encuentra a la vez vinculada a sus beneficios, así como a la posibilidad de garantizar un mejora sostenida de la calidad de vida.
Así, el impacto social de las innovaciones tecnológicas, medido sólo en términos de mercado, no deja de ser un tremendo desacierto, especialmente cuando hablamos de nuestra realidad nacional, claro resultado del constante deterioro en los términos de intercambio, que acompaña y "legitima" nuestra participación en la economía mundial.
En tales circunstancias, la dinámica del mercado tecnológico latinoamericano, debe ser necesariamente analizada dentro de sus marcos socio culturales, acompañada de una visión endógena, muy original y con elevado índice de participación pública, garantía de la democracia en sus decisiones.
Porque una innovación tecnológica amarrada a las políticas de mercado, tal y como se concibe en el mundo industrializado, no se puede aplicar "receta en mano" en países como Colombia, donde el peso de la guerra y del subdesarrollo es tan agobiante, como lo son nuestras limitaciones para superar pacíficamente las mismas. Por esta razón debemos dinamizar la enorme capacidad científica y tecnológica nacional pero con un verdadero enfoque humanista.
Tampoco podemos olvidar que las innovaciones van de la mano del desarrollo del conocimiento socialmente apropiado, aspecto en el cual nuestro país tiene una enorme deuda por saldar. No obstante si priorizamos las urgencias sociales, debemos empezar por fomentar nuevos y contextualizados Sistemas Sociales de Innovación, a nivel de cada región, encaminados a fortalecer el Sistema Nacional de Innovación.
De la misma manera, el sector empresarial necesita una profunda endogenización de sus estrategias, en donde las exigencias en materia de innovaciones tecnológicas, a través de las Empresas de Clase Mundial, se basen en modernas prácticas de innovación y gerencia socio ambiental. Para lograrlo es importante trabajar en un intenso proceso de alfabetización en ciencia y tecnología de este sector, teniendo en cuenta que el mismo debe liderar importantes procesos de inserción internacional, para lo cual se debe establecer una alianza estratégica con las comunidades científicas.