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Apasionado por el deporte y la informática... y luego, cada día, la misa y el Rosario. Un chaval igual que los demás, pero con un acento distinto que hacía sentir amigos a todos. El padre Roberto Gazzaniga, que le tuvo como alumno en el Instituto León XIII de Milán, le recuerda así: «Era muy bueno, su talento era evidente para todo el mundo, pero sin dar pie a envidias o celos. Carlo nunca ocultó su fe e incluso en el diálogo-confrontación con sus compañeros de clase siempre mostraba respeto hacia las ideas de los demás, pero sin renunciar a la transparencia ni a decir y testimoniar los principios inspiradores de su vida cristiana». Monseñor Ennio Apeciti, responsable de la Oficina para las Causas de los Santos de la Archidiócesis de Milán, ha dicho: «su fama de santidad se ha difundido por todo el mundo, de forma misteriosa, como si Alguien quisiera darlo a conocer. En torno a su vida ha sucedido algo grande, frente a lo cual me arrodillo». En febrero de 2014, Huellas contó su historia.
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