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Además, otro de los argumentos esgrimidos por los autores para ensalzar el juego cooperativo, es
una devaluación de la competición a favor de la cooperación:
“La competitividad hace ver al otro como enemigo, alguien contra el que hay que actuar y no
alguien con quien desarrollarse y construir. El espíritu competitivo elimina a la gente en vez de
incorporarla, ya que para que uno gane el resto tiene que perder. La competitividad en la mayor
parte de las situaciones frustra la diversión y el placer, porque los jugadores ya no juegan para
divertirse, sino para obtener una recompensa, y el miedo a la derrota crea una tensión que impide
la diversión. Los juegos en los que los jugadores son expulsados o apartados cuando fallan y
castigan a quienes tienen menos destreza, alimentan sentimientos de rechazo que minan la
autoestima; además, la eliminación priva de la oportunidad de tener más experiencia y mejorar las
destrezas, es decir, priva de la posibilidad de mejora a los menos hábiles.” (Garaigordobil, 2007,
pp. 14-15).
“La evidencia empírica demuestra que el aprendizaje cooperativo es superior a las metodologías
individualistas o competitivas […]. Steve Grineski (1993) realizó un estudio para comprobar los
efectos que las estructuras de meta individuales, competitivas y cooperativas […] concluyó que los
alumnos que participaron en grupos cooperativos demostraron mayores mejoras de su condición
física y exhibieron niveles más altos de interacciones sociales positivas que los alumnos de grupos
con estructuras de meta individuales o competitivas. […] Steve Dunn y Rolayne Wilson (1991) […]
estrategias de aprendizaje cooperativo favorecen un mayor rendimiento, mejoran las relaciones
sociales, permiten un mayor control de la clase y desarrollan en el alumnado las habilidades
comunicativas. […] Donald Glover y Daniel Midura […] destacan que el trabajo mediante
propuestas cooperativas planteadas en forma de reto favorece la capacidad del alumnado para
trabajar en equipo, desarrolla las habilidades sociales y permite a todos los alumnos tener
experiencias de éxito mediante la práctica motriz, lo que a su vez repercute en un aumento de su
autoestima. […] Fernández Río (2003) llega a la conclusión que el aprendizaje cooperativo
favorece […] el autoconcepto general, la valoración de la habilidad física, la valoración de la
apariencia física, la relación con los compañeros, de igual o distinto sexo y la relación con los
padres […] una mayor valoración de la asignatura de Educación Física por parte del alumnado,
aumentando también la responsabilidad personal y su participación en las actividades propuestas
en las clases […] “(Velázquez, 2005, p. 2). Según nos indica Velázquez (2002, p. 2), el uso de
actividades cooperativas en la clase de Educación Física serían una alternativa a “metodologías y
contenidos de carácter competitivo, que basan la evaluación en la comparación de unas personas
con otras y el éxito en la superación de los demás”, allanando el camino para que “las relaciones
interpersonales, la comunicación y el intercambio de información entre iguales se conviertan en la
base del aprendizaje”. Johnson (1980) (citado por Omeñaca, 2001) afirma que las actividades o
estructuras cooperativas son superiores a las competitivas para el desarrollo del pensamiento
creativo y en el intercambio comunicativo.
Sin embargo, en estos trabajos se observan pocas críticas a los juegos o a las actividades
cooperativas, salvo algunas excepciones, como el punto de vista de Orlick (1981) (citado por
Omeñaca, 2001), que concede a los juegos tradicionales competitivos la capacidad de aumentar el
grado de satisfacción de los participantes de Educación Física tanto como las propuestas
cooperativas; o Velázquez, que habla de que aún queda mucho por hacer en el estudio del
aprendizaje cooperativo, sobre el que sólo hay dos décadas de investigación.
La propuesta que defendemos, se posiciona en una visión más amplia e integradora. Hay
suficientes estudios, trabajos, propuestas y experiencias que nos invitan a pensar que el juego
cooperativo en la Educación Física puede tener una serie de ventajas y virtudes. Sin embargo,
estamos convencidos de que el juego competitivo, tratado desde el punto de vista educacional,
tiene también su lugar, además, en un lugar destacado. Eso sí, alejado de posicionamientos
tradicionales que favorecen una selección rotunda de talentos en detrimento de los físicamente
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