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Erdogan es un discípulo de una visión miope y neo-otomana para Turquía. Es el tema de un libro llamado Stratejik Derinlik (Profundidad Estratégica) escrito por un asesor de Erdogan, el difunto Ahmed Davutoglu. Esta visión neo-otomana es un intento de dar vida al período de finales del siglo XIX de la dominación turca del Sultán Abdulhamid. Básicamente, gira en torno a llegar a los Estados Árabes para crear una esfera de influencia neo-otomana informal, y reconstruir las glorias del pasado. ¿Qué es lo que no debe gustar? Erdogan podría incluso declararse a sí mismo como el líder de los Fieles - ¡el nuevo Califa! Un buen comienzo del plan fue cuando Turquía se convirtió en líder de la Organización de Cooperación Islámica (OCI) durante 10 años, a partir de 2004.
¡Un gran problema! Turquía es oficialmente un país secular. No puede pretender ser el líder del mundo islámico mientras ostenta los mismos valores que Occidente. Así que, el primer paso fue hacer su propio partido político, el Partido de la Justicia y el Desarrollo, un partido religioso con una agenda islámica. Encarcelar a sus críticos - cientos de periodistas languidecen en las prisiones turcas hoy en día - ayuda a hacer de la transición del secularismo a algo más parecido al sistema otomano de valores religiosos un proyecto sigiloso.
Para pulir sus brillantes credenciales religiosas, Erdogan se ha acercado a los elementos más extremos, como Hamas. En la actualidad, los líderes de Hamas están siendo engañados por los contribuyentes turcos, a pesar de que en 2015 se acordó con los israelíes que eso no sucedería. Elige peleas con aliados, como la OTAN, comprando S400s rusos. Amenaza con inundar Europa con 3 millones de refugiados sirios si Europa no le permite salirse con la suya. Todo este pavoneo y declamación en el escenario mundial es un "braggadocio" para subrayar su reclamo de un trono que fue desocupado por la caída del Imperio Otomano en 1918.
Sin embargo, la debilidad de su plan es que su éxito depende de que el mundo árabe sea como era hace cientos de años. Pero los tiempos han cambiado. El mundo árabe se está polarizando entre los que se aferran a una visión del mundo de 1.400 años de antigüedad y los que desean progresar. La popularidad de Erdogan en el mundo árabe se basa en el atractivo de un ideal que se está desvaneciendo rápidamente. La prueba es que Khaled Mashaal e Ismail Haniyeh son sus mejores amigos, no las familias reales dispersas por todo Oriente Medio.
La joya de la corona de la fijación neo-otomana de Erdogan es Jerusalén. Al aliarse con el ala norte del Movimiento Islámico en Israel, Erdogan puede presentarse como un defensor de la Mezquita Al-Aqsa. El ala norte del movimiento islámico, niega el derecho de Israel a existir, pide que se sustituya el Estado de Israel por un califato islámico, y fue proscrito por Israel en 2015. Pájaros de una pluma .............
Y así, Erdogan es popular, ciertamente; pero la base de esa popularidad está bajo presión de la historia. No puede resistirse. La visión miope de Erdogan pertenece a un pasado que fracasó, por eso ya no existe. También fracasará.
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