2) Actualmente está en vigencia la ley nacional de educación 26.206. Lean el siguiente
artículo de la misma y luego debatan en familia: ¿Por qué les parece que la educación
brinda mayores oportunidades para la vida de cada persona? Anoten la respuesta en la
carpeta.
ARTÍCULO 8°.- La educación brindará las oportunidades necesarias para
desarrollar y fortalecer la formación integral de las personas a lo largo de toda la
vida y promover en cada educando/a la capacidad de definir su proyecto de
vida, basado en los valores de libertad, paz, solidaridad, igualdad, respeto a la
diversidad, justicia, responsabilidad y bien común.
Respuestas
Respuesta:
La escuela secundaria ha asumido un papel preponderante en Argentina como espacio legítimo de integración social de los jóvenes al ser sancionada su obligatoriedad legal. A través de una indagación bibliográfica y de datos secundarios se detalla el proceso de expansión del nivel, los desafíos pendientes para alcanzar su universalización y las principales estrategias de política educativa introducidas para alcanzarla. se observa que a pesar de la ampliación constante del acceso y de programas para sostener las trayectorias educativas de los estudiantes, persisten prácticas expulsivas que continúan excluyendo a jóvenes de sectores sociales que no han sido sus destinatarios históricos.
Palabras clave: enseñanza secundaria, jóvenes, integración social, Argentina.
Resumo
1. Introducción
De esta manera, prevalece para cada grupo etario un «patrón de normalidad» que asume un carácter performativo al establecer trayectorias esperadas y deseables a partir de la delimitación de espacios sociales de tránsito obligado para cada cohorte de edad. Al observar el modo en que la condición de ser joven es definida en la sociedad moderna desde fines del siglo XIX, observamos que dichos espacios se modifican a partir de los cambios en las condiciones estructurales, tanto socioculturales como económicas y políticas (Alvarado et al., 2009).
La sociología de la juventud ha dado cuenta de que esta construcción social en torno al dato biológico de la edad no está exenta de procesos de estratificación social así como de las divisiones asociadas al género y la etnia (Feixa, 1996; Margulis y Urresti, 1998; Souto Kustrin, 2007). Es decir, las expectativas en torno a la edad estarán sesgadas en función de si ese individuo proviene de un sector socioeconómico alto, medio o bajo, si es mujer u hombre, si vive en el ámbito urbano o rural, etcétera. Por tanto, no existe una única forma de ser joven (o niño, adulto o viejo), pero sí hay formas más legítimas que otras, las cuales se definen en función de la distancia respecto a dicho patrón hegemónico.
Durante la segunda mitad del siglo XX, el nivel secundario de es-colarización inicia un proceso de masificación, tanto en Argentina como en Europa y en otros países latinoamericanos, lo cual se refleja en la ampliación de las tasas de escolarización (Acosta, 2012; Dubet, 2006; Montes, 2010; SITEAL, s/f). Esta paulatina ampliación del acceso, sumado a la promulgación de legislación que, desde el año 20061, establece la obligatoriedad de la escuela secundaria en Argentina, tuvo como consecuencia que la escuela secundaria se constituyera en una esfera de tránsito obligado para la integración del grupo de edad entre los trece y los dieciocho años. De esta manera, desde la política se ha sancionado a la escuela secundaria como la institución con legitimidad para albergar e integrar a este rango etario a un espacio público más amplio, aunque diferenciado y atravesado por profundas desigualdades. Esta situación impulsa una modificación profunda del papel que este nivel ha tenido en la conformación de las trayectorias vitales de los jóvenes, legitimando la expectativa en torno a la asistencia de todo joven a la escuela secundaria. Así, la secundaria obligatoria es incorporada al patrón normativo que delimita la trayectoria vital de quienes están en edad de asistir a ella, pasando a ser una exigencia para los jóvenes contemporáneos; es decir, una prueba estructural2 que están obligados a afrontar (Martuccelli, 2010).
La inclusión educativa de todos los jóvenes en la secundaria, por tanto, es definida actualmente como un «problema social» (Martín Criado, 2005), lo cual implica el recorte de una porción de la realidad como un tema que necesita de soluciones políticas urgentes, a la vez que involucra conceptualizaciones acerca de qué es lo que constituye ese verdadero problema, llevando al diseño e implementación de ciertas políticas y no de otras. Esta definición de la inclusión educativa como problema social obliga a estar alerta de aquellas visiones que ven a la misma juventud como «problema», en el sentido de que quienes no asisten al sistema educativo corren el riesgo de volverse «peligrosos» para la sociedad (Kaplan, 2011), poniendo el acento en la desviación del patrón de juventud hegemónico.