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la maldición del jesuita
El éxodo de los jesuitas hacia el año 1767, ordenado por el rey Carlos III, los obligó a buscar refugio para sus preciados tesoros, que se dicen son muchos. La tradición oral cuenta que empezaron su viaje por la ruta conocida como el camino de Dios hacia el Orinoco, específicamente a un lugar cercano al raudal de Atures, en donde había una cueva.
Sin embargo, de estos hombres y su destino nada se volvió a saber. Hasta el día de hoy se cree que quien intente hallar estos tesoros sufrirá infinidad de desgracias.
El tesoro del Caribabare
El Padre Manare, de la orden de los jesuitas, escondería un tesoro de valor inigualable en un Puerto de Casanare y San Salvador, cavando hoyos de seis metros de profundidad y poniendo sobre ellos lápidas. Aún más, desviaría el cauce de un riachuelo, para que el lugar fuera cubierto por las aguas. Se dice que en las noches de plenilunio se puede ver una sombra negra que pertenece al alma en pena del Padre Manare, quien todavía custodia el tesoro.