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4
EL JARDIN
Opino que la vida es un jardín de que disfrutamos a través del privilegio de tener a la vez capacidad de pensar y sentidos engañosos a partir de la posibilidad de experimentar sensaciones, convivencia con lo que nos acompaña del lado de acá de la creación, el universo. Los árabes, que ahora se descubre fueron los ilustrados del medievo europeo, desde la exquisitez de una cultura que tuvo su centro en el Califato del país del Véspero, hacían jardines que halagasen, como la Alhambra, a los cinco sentidos clásicos, que ahora subdividen los expertos en no sé cuántos. En los jardines hay también espacios de sombra bajo que no es posible desarrollar vida, tal vez espacios malditos, que incluso repelen a los espíritus más sensibles, y espacios para el terror, donde se refugian o tal vez acechan criaturas abominables, que producen escalofrios súbitos, inexplicables. No son los jardines, ni es la vida, por hermosa que sea, de una pieza, como son las joyas sin impurezas. La vida es como somos gente, al mismo tiempo horror y gozo, y tal vez la justicia no sea más que el equilibrio entre los contradictorios, los opuestos, los condenados a ser enemigos y amarse.
Opino que la vida es un jardín de que disfrutamos a través del privilegio de tener a la vez capacidad de pensar y sentidos engañosos a partir de la posibilidad de experimentar sensaciones, convivencia con lo que nos acompaña del lado de acá de la creación, el universo. Los árabes, que ahora se descubre fueron los ilustrados del medievo europeo, desde la exquisitez de una cultura que tuvo su centro en el Califato del país del Véspero, hacían jardines que halagasen, como la Alhambra, a los cinco sentidos clásicos, que ahora subdividen los expertos en no sé cuántos. En los jardines hay también espacios de sombra bajo que no es posible desarrollar vida, tal vez espacios malditos, que incluso repelen a los espíritus más sensibles, y espacios para el terror, donde se refugian o tal vez acechan criaturas abominables, que producen escalofrios súbitos, inexplicables. No son los jardines, ni es la vida, por hermosa que sea, de una pieza, como son las joyas sin impurezas. La vida es como somos gente, al mismo tiempo horror y gozo, y tal vez la justicia no sea más que el equilibrio entre los contradictorios, los opuestos, los condenados a ser enemigos y amarse.
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