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LA SANTIFICACIÓN POR MEDIO DEL ESPÍRITU SANTO
Mas nosotros debemos dar siempre gracias a Dios por vosotros, hermanos amados del Señor, de que Dios os haya escogido desde el principio para salud, por la santificación por el Espíritu y la fe de la verdad (2 Tesalonicenses 2:13).
Ya se ha dicho que santificación, en el término original, se refiere a algo que ha sido separado o consagrado a Dios. Y cabe entonces la pregunta, ¿separado de qué? Y la respuesta necesaria, separado del pecado para servir a Dios.
En el llamado de Dios a la santidad, la Biblia pone como referente ineludible la santidad de Dios, de hecho, Santo es uno de los nombres con que se describe a Dios (2 Reyes 19:22; Salmo 89:18; Isaías 5:19, 24; 10:20; 12:6; 29:19; 30:12; 30:15; 37:23; 41:14, 16, 20; 43:3, 14; 45:11). A Jesús también se le menciona como «El Santo de Dios» (Marcos 1:24; Lucas 4:34).
La santidad es parte del carácter de Dios. En la visión del profeta Isaías, este escucha las voces de los serafines que decían el uno al otro: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos: toda la tierra está llena de su gloria (Isaías 6:3). Es la misma adoración de los cuatro seres vivientes en la revelación de Juan: …y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir (Apocalipsis 4:8, RV60). De acuerdo a este atributo que tiene Dios, Él nos llama a que seamos santos en todas las áreas de nuestra vida. Sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos; porque yo soy santo (1 Pedro 1:15-16, RV60).
En la cita anterior, el apóstol Pedro escribe que Dios nos llama a reflejar su carácter santo, pero ante este llamado, nos damos cuenta de que, como seres humanos, tenemos un grave problema: Nosotros, por nosotros mismos, no somos santos y, como no podemos encontrar la santidad en nosotros mismos, nos preguntamos ¿Quién realizará la santidad en nosotros y cómo lo hará? La respuesta está en Dios pues ha enviado a su Santo Espíritu para que nuestras vidas sean transformadas por su poder.
El Espíritu Santo como santificador de nuestras vidas
Nosotros, en cambio siempre debemos dar gracias a Dios por ustedes; hermanos amados por el Señor, porque desde el principio Dios los escogió para ser salvos, mediante la obra santificadora del Espíritu y la fe que tienen en la verdad (2 Tesalonicenses 2:13, NVI). Como podemos ver en este texto, el que realiza la obra santificadora es el Espíritu Santo.
El Espíritu inicia su obra sellando las vidas de aquellos que, oyendo la palabra de verdad, creen en el evangelio de salvación.
En el cual esperasteis también vosotros en oyendo la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salud: en el cual también desde que creísteis, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa (Efesios 1:13).
El Espíritu Santo no solo nos sella como propiedad de Dios, sino que nos hace nacer de nuevo
De veras te aseguro que quien no nazca de nuevo no puede ver el reino de Dios –dijo Jesús. ¿Cómo puede uno nacer de nuevo siendo ya viejo? –Preguntó Nicodemo. –¿Acaso puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y volver a nacer? –Yo te aseguro que quien no nazca de agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios –respondió Jesús– (Juan 3:3-5, NVI).
El nuevo nacimiento es la obra santificadora del Espíritu Santo. Esta obra es inmediata, ya que limpia nuestras vidas con la Sangre de Jesucristo. Esta es una obra de regeneración instantánea que solo Dios puede hacer, porque nadie puede limpiarse a sí mismo de sus pecados. Por ello, el apóstol Pablo refiere que, antes de haber conocido a Cristo, estábamos muertos en delitos y pecados. Y de ella recibisteis vosotros, que estabais muertos en vuestros delitos y pecados (Efesios 2:1). Sin la regeneración o nuevo nacimiento, el hombre depravado por naturaleza, es un cadáver espiritual. Ante esta realidad, el muerto no requiere que se le cure poniéndole parches, untándole una pomada o administrándole un medicamento, porque no se trata de un enfermo, sino de un muerto. ¡Sí, un muerto espiritual! Por ello, requiere una nueva naturaleza, y para ello se necesita que «nazca de nuevo».
Respuesta:
La respuesta esta en Dios pues ha enviado a su santo espiritu para que nuestras vidas sean transformadas por su poder
Explicación:
La otra tiene mucho texto XD una pregunta en donde vives esq yo tengo la misma pregunta XD