• Asignatura: Castellano
  • Autor: quesedice22
  • hace 6 años

DOÑA INÉS y BRÍGIDA. BRÍGIDA: Buenas noches, doña Inés. DOÑA INÉS: ¿Cómo habéis tardado tanto? BRÍGIDA: Voy a cerrar esta puerta. DOÑA INÉS: Hay orden de que esté abierta. BRÍGIDA: Eso es muy bueno y muy santo para las otras novicias que han de consagrarse a Dios: no, doña Inés, para vos. DOÑA INÉS: Brígida, no ves que vicias las reglas del monasterio, que no permiten... BRÍGIDA: ¡Bah! ¡bah! Más seguro así se está, y así se habla sin misterio ni estorbos: ¿habéis mirado el libro que os he traído? DOÑA INÉS: ¡Ay!, se me había olvidado. BRÍGIDA: ¡Pues me hace gracia el olvido! DOÑA INÉS: ¡Como la madre abadesa se entró aquí inmediatamente! BRÍGIDA: ¡Vieja más impertinente! DOÑA INÉS: ¿Pues tanto el libro interesa? BRÍGIDA: Vaya si interesa, mucho. ¡Pues quedó con poco afán el infeliz! DOÑA INÉS: ¿Quién? BRÍGIDA: Don Juan. DOÑA INÉS: ¡Válgame el cielo! ¡Qué escucho! ¿Es don Juan quien me le envía? BRÍGIDA: Por supuesto. DOÑA INÉS: ¡Oh! Yo no debo tomarle. BRÍGIDA: ¡Pobre mancebo! Desairarle así, sería matarle. DOÑA INÉS: ¿Qué estás diciendo? BRÍGIDA: Si ese Horario no tomáis, tal pesadumbre le dais, que va a enfermar, lo estoy viendo. DOÑA INÉS: ¡Ah! No, no; de esa manera le tomaré. BRÍGIDA: Bien haréis. Lee y escucha atentamente el siguiente fragmento del escritor José Zorrilla Actividad 2: Lo que los hace diferentes. 6 Reconocimiento del Romanticismo y Realismo DOÑA INÉS: ¡Y qué bonito es! BRÍGIDA: Ya veis: quien quiere agradar, se esmera. DOÑA INÉS: Con sus manecillas de oro. ¡Y cuidado, que está prieto! A ver, a ver si completo contiene el rezo del coro. (Le abre y cae una carta de entre sus hojas.) Mas ¿qué cayó? BRÍGIDA: Un papelito. DOÑA INÉS: ¡Una carta! BRÍGIDA: Claro está; en esa carta os vendrá ofreciendo el regalito. DOÑA INÉS: ¡Qué! ¿Será suyo el papel? BRÍGIDA: ¡Vaya, que sois inocente! Pues que os feria, es consiguiente que la carta será de él. DOÑA INÉS: ¡Ay, Jesús! BRÍGIDA: ¿Qué es lo que os da? DOÑA INÉS: Nada, Brígida, no es nada. BRÍGIDA: No, no; si estáis inmutada. (Aparte.) Ya presa en la red está. ¿Se os pasa? DOÑA INÉS: Sí. BRÍGIDA: Eso habrá sido cualquier mareíllo vano. DOÑA INÉS: ¡Ay! Se me abrasa la mano con que el papel he cogido. BRÍGIDA: Doña Inés, válgame Dios, jamás os he visto así; estáis trémula. DOÑA INÉS: ¡Ay de mí! BRÍGIDA: ¿Qué es lo que pasa por vos? DOÑA INÉS: No sé... El campo de mi mente siento que cruzan perdidas mil sombras desconocidas, que me inquietan vagamente; y ha tiempo al alma me dan con su agitación tortura. BRÍGIDA: ¿Tiene alguna, por ventura, el semblante de don Juan? DOÑA INÉS: No sé; desde que le vi, Brígida mía, y su nombre me dijiste, tengo a ese hombre siempre delante de mí. Por doquiera me distraigo con su agradable recuerdo, y si un instante le pierdo, en su recuerdo recaigo. No sé qué fascinación en mis sentidos ejerce, que siempre hacia él se me tuerce la mente y el corazón; y aquí, y en el oratorio, y en todas partes advierto que el pensamiento divierto con la imagen de Tenorio. BRÍGIDA: ¡Válgame Dios! Doña Inés, según lo vais explicando, tentaciones me van dando de creer que eso amor es. DOÑA INÉS: ¿Amor has dicho? BRÍGIDA: Sí, amor. DOÑA INÉS: No, de ninguna manera. 7 Reconocimiento del Romanticismo y Realismo BRÍGIDA: Pues por amor lo entendiera el menos entendedor; mas vamos la carta a ver: ¿En qué os paráis? ¿Un suspiro? DOÑA INÉS: ¡Ay! Que cuanto más la miro menos me atrevo a leer. (Lee.) «Doña Inés del alma mía». Virgen santa, ¡qué principio! BRÍGIDA: Vendrá en verso, y será un ripio que traerá la poesía. Vamos, seguid adelante. DOÑA INÉS: (Lee.) «Luz de donde el sol la toma, hermosísima paloma privada de libertad, si os dignáis por estas letras pasar vuestros lindos ojos, no los tornéis con enojos sin concluir, acabad». BRÍGIDA: ¡Qué humildad y qué finura! ¿Dónde hay mayor rendimiento? DOÑA INÉS: Brígida, no sé qué siento. BRÍGIDA: Seguid, seguid la lectura. DOÑA INÉS: (Lee.) «Nuestros padres de consuno nuestras bodas acordaron, porque los cielos juntaron los destinos de los dos. Y halagado desde entonces con tan risueña esperanza, mi alma, doña Inés, no alcanza otro porvenir que vos. De amor con ella en mi pecho brotó una chispa ligera, que han convertido en hoguera tiempo y afición tenaz. Y esta llama, que en mí mismo se alimenta, inextinguible, cada día más terrible va creciendo y más voraz». BRÍGIDA: Es claro; esperar le hicieron en vuestro amor algún día, y hondas raíces tenía cuando a arrancársele fueron. Seguid. DOÑA INÉS: (Lee.) «En vano a apagarla concurren tiempo y ausencia, que doblando su violencia, no hoguera ya, volcán es; y yo, que en medio del cráter desamparado batallo, suspendido en él me hallo entre mi tumba y mi Inés». BRÍGIDA: ¿Lo veis, Inés? Si ese Horario le despreciáis, al instante le preparan el sudario. DOÑA INÉS: Yo desfallezco. BRÍGIDA: Adelante. ¿Cuál es la actitud de Brígida frente a la conversación y la carta? ¿De qué manera se observa una complicidad entre Brígida y Doña Inés?porfavor

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Respuesta dada por: andrejim609
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