Respuestas
Respuesta:
El universo posee dos características esenciales: está organizado en sistemas y
en él constantemente se producen cambios.
Un sistema es el conjunto de elementos u objetos, estrechamente vinculados
entre sí, que constituyen unidades relativamente independientes. Los cambios
pueden ser de temperatura, presión atmosférica, forma, velocidad, posición, nivel
medio del mar, intensidad de la corriente eléctrica, etc.
Sin energía no es posible la vida pues en todos los cambios, cualesquiera que sea
su naturaleza o el nivel a que se produzcan (micromundo, macromundo o
megamundo), debe ponerse en juego cierta cantidad de energía. Mientras
mayores sean los cambios o las modificaciones producidas, mayor es la cantidad
de energía puesta en juego.
El sistema energético contemporáneo, herencia de la Revolución Industrial y del
surgimiento y el desarrollo del capitalismo, descansan en el consumo de los
combustibles fósiles y, en menor escala, en la hidroenergía y la energía nuclear.
Hubo que esperar hasta el siglo XIX para que las ideas sobre fuerza, trabajo y
energía pudieran ser clarificadas. Se reconoce al químico francés Antoine Lavoiser
(1749-1794) como el precursor de las ideas modernas acerca de la energía, pero
la aparición de este término tuvo lugar a comienzos del siglo XIX y se debió al
físico inglés Thomas Young, que lo introdujo en la mecánica. El físico inglés Sir
William Thompson (1824-1907), conocido como Lord Kelvin desde 1892, aplicó el
término energía en el ámbito de la termodinámica.
Explicación:
A partir de la primera revolución industrial, proceso marcado de manera
convencional entre 1770-1830, la tecnología se desarrolló con ritmos inéditos al
aparecer la máquina de vapor, los telares, el ferrocarril y los navíos propulsados a
vapor, etc. Para impulsar ese proceso se comenzó a utilizar la hulla o carbón
mineral que sustituye, en cierta medida, a la leña y al carbón vegetal, y que
protagonizó la primera transición energética e inició el consumo de la dotación
finita del planeta en materia de recursos energéticos.
Casi un siglo después, en el último tercio del siglo XIX, se inició una segunda
revolución industrial vinculada con la aparición de nuevos e importantes avances
tecnológicos como los motores de combustión interna, las redes eléctricas, la
aviación y otros vehículos automotores; su desarrollo está íntimamente
relacionado con el descubrimiento y el empleo de los hidrocarburos, también
extraídos de la dotación del planeta. Así el petróleo sustituyó a la hulla como
fuente preferida y protagonizó la segunda transición energética.
La nueva transición energética será, por supuesto, un proceso a largo plazo
durante el que los portadores de origen fósil y las fuentes renovables de energía
deben coexistir, aunque en proporciones cambiantes.1
La tercera revolución industrial, tercera revolución científico-técnica o revolución
de la inteligencia (RCT), es la revolución que experimenta la humanidad con el
conocimiento y el control de la energía nuclear. Sus áreas más representativas
son la investigación y el desarrollo de la energía nuclear, las telecomunicaciones y
el espacio y el universo, así como las Ciencias de la Informática, la Robótica y la
Biotecnología.
Respuesta:
Sin energía no es posible la vida pues en todos los cambios, cualesquiera que sea
su naturaleza o el nivel a que se produzcan (micromundo, macromundo o
megamundo), debe ponerse en juego cierta cantidad de energía.
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