• Asignatura: Historia
  • Autor: Diegetete
  • hace 6 años

4.- ¿Cuál fue la única nación de América que adoptó el socialismo como forma de gobierno?​

Respuestas

Respuesta dada por: tupatrona147
0

Respuesta:

La escritura de los cuadernos “América Latina y el socialismo del siglo XXI” de Marta

Harnecker lleva el tono de aquellas viejas tradiciones revolucionarias donde el texto se enunciaba

con la urgencia de la acción colectiva. Marta se las arreglado siempre para escribir desde dentro de

los procesos sociales más álgidos. Por eso su prosa es directa, inequívoca, y sobre todo, diáfana,

hecha para llegar a la mayor cantidad de lectores posible. Pero su signo principal, lo que le otorga a

nuestro juicio su distinción mayor reside en su conjugación: de todo cuanto se habla en estos

cuadernos se está conociendo, se está experimentando, se está construyendo en presente.

De esa suerte, este es un pensamiento que demanda, para relacionarse con él, tener

permanentemente a la vista sus contextos de construcción. La operación despolitizada por la que se

pretende atribuir estatus teóricos a este tipo de textos se vuelve generalmente una trampa. Su estatus

teórico, que lo tiene, debe ser pensado sin embargo más allá de las generalizaciones abstractas del

pensamiento social estandarizado bajo el mandato de las ideologías científicas. En esta escritura

puede hablarse de teoría siempre a condición de que se comprenda que cuanto hay de teórico en ella

es también cuanto hay de práctica, y que ello exige (como se debiera exigir en la lectura de Marx

también) una permanente atención a las condiciones de su producción.

Marta está enfrentando aquí el problema mayor de pensar la izquierda frente al problema de

la transformación, y resulta lógico asistir a una definición de izquierda que está afincada en la

práctica de ese sector. Siguiendo un anterior texto de la misma autora, la izquierda es comprendida

como un “conjunto de fuerzas que luchan por construir: una sociedad alternativa al sistema

capitalista explotador y su lógica del lucro, una sociedad de trabajadores y trabajadoras organizada a

través de una lógica humanista y solidaria, orientada a satisfacer las necesidades humanas; una

sociedad libre de la pobreza material y de las miserias espirituales que engendra el capitalismo; una

sociedad que no se decreta desde arriba sino se construye desde abajo, ocupando el pueblo un papel

protagónico, es decir, una sociedad socialista.” (Cuaderno 1. ¿Hacia dónde va América Latina?)

No hay que apresurarse a concluir sin embargo que Marta reproduce en la definición

anterior la concepción más usual sobre la transformación social. Atenta a los desarrollos

contemporáneos planteados con especial fuerza por los movimientos sociales antineoliberales,

propone una compleja articulación entre una dimensión de la totalidad social, en la medida en que

se vuelve urgente superar el modelo y construir una sociedad solidaria y justa, y una dimensión no

totalizante que convoca a lo diverso y lo valora. No hay una sola agenda a la que todos los países

puedan ajustar sus transiciones al socialismo, sino un reconocimiento explícito de las historias

plurales, de las tradiciones y correlaciones específicas. Vistas así las cosas, Marta propone una

dialéctica de individuo y sociedad que vuelve sanamente sobre viejos aspectos del pensamiento

marxista: “esto implica un rechazo al «colectivismo», aquel enfoque que suprime las diferencias de

cada miembro de la sociedad en nombre de un colectivo. El colectivismo es una flagrante

deformación del marxismo. Basta recordar que Marx criticaba el derecho burgués por pretender

igualar artificialmente a los hombres en lugar de reconocer sus diferencias y sostenía, en cambio,

que una distribución verdaderamente justa tenía que tener en cuenta las necesidades diferenciadas

de los hombres. De ahí su máxima: «De cada cual según su trabajo a cada cual según sus

necesidades

Explicación:


Diegetete: solo esa una pregunta corta amigo, no quería todo Wikipedia
Respuesta dada por: jhoanadiazrocha
0

Respuesta:

La escritura de los cuadernos “América Latina y el socialismo del siglo XXI” de Marta

Harnecker lleva el tono de aquellas viejas tradiciones revolucionarias donde el texto se enunciaba

con la urgencia de la acción colectiva. Marta se las arreglado siempre para escribir desde dentro de

los procesos sociales más álgidos. Por eso su prosa es directa, inequívoca, y sobre todo, diáfana,

hecha para llegar a la mayor cantidad de lectores posible. Pero su signo principal, lo que le otorga a

nuestro juicio su distinción mayor reside en su conjugación: de todo cuanto se habla en estos

cuadernos se está conociendo, se está experimentando, se está construyendo en presente.

De esa suerte, este es un pensamiento que demanda, para relacionarse con él, tener

permanentemente a la vista sus contextos de construcción. La operación despolitizada por la que se

pretende atribuir estatus teóricos a este tipo de textos se vuelve generalmente una trampa. Su estatus

teórico, que lo tiene, debe ser pensado sin embargo más allá de las generalizaciones abstractas del

pensamiento social estandarizado bajo el mandato de las ideologías científicas. En esta escritura

puede hablarse de teoría siempre a condición de que se comprenda que cuanto hay de teórico en ella

es también cuanto hay de práctica, y que ello exige (como se debiera exigir en la lectura de Marx

también) una permanente atención a las condiciones de su producción.

Marta está enfrentando aquí el problema mayor de pensar la izquierda frente al problema de

la transformación, y resulta lógico asistir a una definición de izquierda que está afincada en la

práctica de ese sector. Siguiendo un anterior texto de la misma autora, la izquierda es comprendida

como un “conjunto de fuerzas que luchan por construir: una sociedad alternativa al sistema

capitalista explotador y su lógica del lucro, una sociedad de trabajadores y trabajadoras organizada a

través de una lógica humanista y solidaria, orientada a satisfacer las necesidades humanas; una

sociedad libre de la pobreza material y de las miserias espirituales que engendra el capitalismo; una

sociedad que no se decreta desde arriba sino se construye desde abajo, ocupando el pueblo un papel

protagónico, es decir, una sociedad socialista.” (Cuaderno 1. ¿Hacia dónde va América Latina?)

No hay que apresurarse a concluir sin embargo que Marta reproduce en la definición

anterior la concepción más usual sobre la transformación social. Atenta a los desarrollos

contemporáneos planteados con especial fuerza por los movimientos sociales antineoliberales,

propone una compleja articulación entre una dimensión de la totalidad social, en la medida en que

se vuelve urgente superar el modelo y construir una sociedad solidaria y justa, y una dimensión no

totalizante que convoca a lo diverso y lo valora. No hay una sola agenda a la que todos los países

puedan ajustar sus transiciones al socialismo, sino un reconocimiento explícito de las historias

plurales, de las tradiciones y correlaciones específicas. Vistas así las cosas, Marta propone una

dialéctica de individuo y sociedad que vuelve sanamente sobre viejos aspectos del pensamiento

marxista: “esto implica un rechazo al «colectivismo», aquel enfoque que suprime las diferencias de

cada miembro de la sociedad en nombre de un colectivo. El colectivismo es una flagrante

deformación del marxismo. Basta recordar que Marx criticaba el derecho burgués por pretender

igualar artificialmente a los hombres en lugar de reconocer sus diferencias y sostenía, en cambio,

que una distribución verdaderamente justa tenía que tener en cuenta las necesidades diferenciadas

de los hombres. De ahí su máxima: «De cada cual según su trabajo a cada cual según sus

necesidades

Explicación:

Preguntas similares