Respuestas
Respuesta:
1. No te limites a enumerar características.
Si en algún punto de la narración, normalmente al principio, empiezas a dar datos sobre tus personajes en forma de lista, aburrirás al lector y no ayudarás a que se haga una imagen mental de tu personaje, sólo detendrás la historia.
2. Dosifica la información.
No tienes por qué describirlo de una vez, sino que puedes ir dando datos a lo largo de la narración. Empieza con algunas de las características que resulten imprescindibles para arrancar la historia, y después añade información a medida que la vayas necesitando. Eso sí, tienes que tener muy claro cómo es tu personaje para no caer en contradicciones.
3. Da los datos justos para que el lector se haga una imagen mental de tu personaje.
No aburras al lector con muchos detalles, porque sólo conseguirás que olvide la mitad al volver la página. Quédate con lo esencial, con aquello que distingue a tu personaje de otros. Si el color de sus ojos no aporta nada en la historia, sobra. Por muy detalladas que hagas las descripciones, no impedirás que cada lector tenga una idea diferente de ese personaje, y esto no es necesariamente malo.
4. Utiliza sus acciones y diálogos para describirlos.
Si quieres decir que un personaje es alto, muéstrale alcanzando un estante alto sin esfuerzo. Si quieres decir que a un personaje le sobran unos kilos, muéstrale dudando si pedir postre en un restaurante. Esa imagen se grabará mejor en la mente de tu lector que la frase “Fulanito era alto y gordo”
5. No olvides que las descripciones no dan profundidad a los personajes, sino sus acciones.
No sirve de nada que describas a un personaje como atlético, si se pasa toda la historia tumbado en el sofá comiendo patatas fritas. O que es valiente si sus acciones le muestran como un cobarde.
6. Usa un personaje real como modelo.
Ya os he contado en otras ocasiones que, mientras escribo, me gusta imaginar a los actores que interpretarían a los personajes de mis historias mientras escribo. Este método tiene muchas ventajas: te ayuda a tener una idea nítida de cómo es tu personaje y a cuidar más su peso dentro de la historia. Por ejemplo, cuando decidí adjudicar a Meryl Streep uno de mis personajes, me di cuenta que este no era lo bastante importante para una de mis actrices favoritas, porque lo había hecho demasiado plano e insignificante, lo que no era nada bueno para mi historia.
7. No te quedes sólo en lo físico.
Aunque no es buena idea describir la personalidad de tus personajes, ya que esta debería mostrarse en sus acciones y diálogos, ten siempre presente que su personalidad influye en su modo de moverse y comportarse.
8. Justifica la descripción.
Es importante elegir bien el momento en que incluyes la descripción de un personaje para que no rompa el ritmo narrativo. Tienes que tener una excusa para introducirla, por ejemplo, describiendo lo que ve otro personaje cuando mira al primero.
9. Procura que la descripción del personaje sea coherente con la historia.
No debes caer en tópicos, pero, a no ser que sea precisamente esa incoherencia el rasgo distintivo del personaje, no tiene sentido que una anciana tenga supervelocidad, o que un niño mida dos metros.
10. Haz que cada personaje sea distinto de los demás.
A no ser que tu historia se sitúe en una sociedad de clones, procura que la imagen que el lector se forme sea clara y distinta para cada personaje. Por eso mismo, es importante dotarle de algún rasgo característico propio.
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