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La burguesía triunfante en el siglo XIX necesitaba una versión de la Revolución Francesa acorde a sus intereses. Un grupo de historiadores, algunos también políticos destacados, ofrecieron esa visión. En este artículo nos acercamos a los principales protagonistas de la tesis liberal-burguesa de la Revolución que había abierto la puerta al ascenso de esta clase social. La Revolución había acabado con la monarquía absoluta y el Antiguo Régimen y había establecido un nuevo orden burgués, criticando cualquier deriva popular o radical, como la jacobina.
Respuesta:La soberanía es el tema más discutido por la Modernidad desde el siglo XIX –deben haberse publicado 30 mil títulos, al menos. Pues la Modernidad se funda en trasladar el centro de imputación de la soberanía, depositada en el Rey, al pueblo. Para Rousseau, la soberanía residía alícuotamente en cada miembro de la Nación, en el pueblo y la llamó soberanía popular. Sieyès en cambio, contempló que la soberanía del pueblo, solamente cobraba verdadera existencia, al expresarse conjuntamente, por lo que debía ser nacional.
" Hubo de constituirse el mecanismo de representación por el voto universal para integrar dicho Parlamento y también mediante el voto de sus integrantes, representantes de la sociedad, expresar la voluntad nacional –fenómeno también de la Modernidad, identificado con "reproducir la Opinión Pública nacional. A la que se refiere Sieyès y que llamó, soberanía nacional. Así lo resolvió la Constitución Mexicana en 1917. Conocer los antecedentes de la soberanía del Estado, es fundamental para comprender su verdadera significación, imperativo hoy de la actualidad de la Modernidad, muy particularmente de la mexicana.
Y es que el pueblo de México nació soberano y la soberanía nacional fue manifiesta desde nuestro primer texto constitucional, en "Los Sentimientos de la Nación". Pues la soberanía es la legitimidad de la voluntad del Poder y del Estado. Y con ello, hacer del pueblo, la Nación, depositario de la legitimidad y eje del Estado Moderno o Constitucional -también llamado, Estado de Derecho- y abrogar así, la naturaleza del Estado Medieval –que dicho sea de paso, algunos defienden todavía –lo que luego abordaremos. Esos "mexicanos novohispanos", por razón de su verdadera Patria, España, Francia o europea, sí cabe en su mente que el soberano pueda ser otro que el pueblo.
Pues bien, una vez formada la representación nacional, es propósito de la soberanía del Estado, expresarse legalmente y ejercerse en su territorio -suyo legítimamente por derecho histórico-, defenderlo, resguardarlo y enriquecerlo al igual que al pueblo y su gobierno, desarrollando sus recursos y defenderlo íntegramente de potencias o estamentos extranjeros –y nacionales- que quieran vulnerarlo, y con ello, vulnerar nuestra Patria, a los mexicanos. Se ha señalado que es inconstitucional que el Ejército participe en dichas tareas. Que no debe actuar dentro del Territorio Nacional con el carácter de fuerza bélica. Y ello, fundado en que fue creado para resguardar la Soberanía Nacional territorial.
Prueba de ello, son las medidas tomadas, reiteradamente, impuestas por entidades y potencias extranjeras, en México, con consecuencias para los mexicanos, incluso por algunos mexicanos al servicio de intereses del exterior, y aún, contrarios al interés nacional. Contrarios a la soberanía nacional y en detrimento de la Patria, por más de 30 años. Es el caso que tal injuria al pueblo de México, análoga y acaso más lesiva, que si las plantas de un extranjero enemigo, pisara nuestro suelo patrio, pues aquí, en México, en contra de la voluntad soberana, "mexicanos de México", igual que "mexicanos novohispanos", y extranjeros, han extremado los usos y recursos nacionales en favor de productos y/o intereses extranjeros en perjuicio de nuestra soberanía, sin importarles si para ello inundan México de armas y muertos, y otros productos y prácticas deleznables, llevando sus intereses a enfrentarnos entre nosotros, los propios mexicanos. Y es entonces, aquí y ahora, cuando la defensa de la soberanía exige armas, que el Ejército Nacional está más que facultado por el espíritu del Constituyente, y por una debida interpretación constitucional del concepto de soberanía nacional, a participar en tareas contra la delincuencia, en el interior del país, toda vez que es evidente la vulneración de la soberanía que conlleva la aplicación de intereses ajenos y extranjeros, contrarios a los intereses superiores de la Patria, que me lleva a concluir, que la debida interpretación de nuestra Carta Magna, legitima hoy por hoy, la intervención del Ejército Nacional con su fuerza armada, en el interior del Territorio Nacional.