Respuestas
Respuesta dada por:
0
Respuesta:
aburridaenmicasacacaasskyjd
Explicación:
xdxdxdxjajjasj
Respuesta dada por:
2
Los años comprendidos entre 2008 y 2018 fueron azarosos para la economía global, pero nadie los llamaría trascendentales. Las economías avanzadas sufrieron su crisis económica y financiera más grave desde la Gran Depresión y los acontecimientos en Grecia y en otros lugares de Europa amenazaron la supervivencia misma de la eurozona. Lo decepcionante de la recuperación suscitó preocupación por un eventual estancamiento pertinaz, por la posibilidad de que una demanda deficiente combinada con un crecimiento cero de la productividad abocara a los países avanzados a un crecimiento lento crónico.1 Por el contrario, los mercados emergentes, liderados por China, aunque no limitados a ella, salieron de la crisis en gran medida ilesos. Continuaron expandiéndose durante la crisis y también durante buena parte de la década subsiguiente. Como resultado, la economía global entre 2008 y 2018 creció a una más que respetable tasa anual media del 3,4%.2 El comercio global siguió aumentando: después de una caída en 2009, las exportaciones y las importaciones se recuperaron y en su mayor parte conservaron su cuota del PIB global. El marco institucional que gobierna el funcionamiento de la economía global —una Organización Mundial del Comercio que media en disputas comerciales, un Fondo Monetario Internacional que vigila posibles inestabilidades y un Banco Mundial que ayuda al desarrollo de los países pobres— se mantuvo estable. Que la globalización y el crecimiento sobrevivieran a las turbulencias que sacudieron el mundo a partir de 2008 era, al parecer, prueba de lo sólido de los cimientos en que se asentaba la economía global del siglo XXI.
Todo se desmoronó en los últimos años del periodo. En el referéndum de junio de 2016, Reino Unido votó abandonar la Unión Europea. En 2017, una de las primeras acciones del recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue retirarse del Acuerdo Transpacífico (TPP). La Administración Trump se negó a confirmar el nombramiento de nuevos miembros para el órgano de solución de diferencias de la OMC y en 2018 impuso nuevos aranceles a las importaciones de China, Europa e incluso Canadá, que respondieron con medidas equivalentes. Los flujos de inversión trasfronterizos se vieron perjudicados por sonadas intervenciones gubernamentales, como la negativa de Pekín a aprobar la adquisición por parte de Qualcomm del fabricante de semiconductores NXP o cuando Berlín impidió la compra por parte de China de la compañía eléctrica alemana 50Hertz. La economía china mostró signos de ralentización y mercados emergentes desde Argentina a Turquía experimentaron dificultades cuando la Reserva Federal estadounidense subió los tipos de interés. Daba la impresión de que la estabilidad de la economía global pendía de un hilo.
Esta secuencia de acontecimientos suscita dos preguntas, una referida al pasado y otra al futuro. En primer lugar, ¿por qué se retrasó casi una década la reacción a las primeras tendencias globalizadoras? Como hemos dicho, en 2008-2009 las economías avanzadas sufrieron la desaceleración más grave ocurrida en ochenta años. Los mercados emergentes dependientes de las importaciones y las exportaciones se vieron fuertemente perturbados cuando los bancos centrales de los países avanzados reaccionaron con programas de estímulo monetario bajando sus tipos de cambio en lo que se llamó «guerras de divisas».3 Sin embargo, no se produjo un rechazo generalizado del sistema internacional responsable de estos resultados tan desconcertantes. En lugar de ello, los países del G20 reafirmaron su compromiso con el comercio libre y abierto y evitaron políticas comerciales de empobrecimiento del vecino. Los bancos centrales se concedieron mutuamente líneas de swap y créditos excepcionales. Los gobiernos buscaron coordinar sus respuestas a la desaceleración en materia de política fiscal. Expandieron los recursos del Fondo Monetario Internacional de modo que estuviera mejor preparado para hacer frente a la crisis. La reacción antiglobalización no llegó hasta más o menos ocho años después, en 2016, desencadenada por el referéndum sobre el Brexit, la victoria de Donald Trump y el auge de políticos y partidos nacionalistas y antieuropeístas en distintos países de Europa. ¿Cómo se explica este peculiar retraso?
En segundo lugar, ¿qué supone esta secuencia de acontecimientos para el futuro de la economía global? ¿Es la reacción negativa que empezó en 2016 una aberración? ¿Es la elección de un nacionalista económico como presidente de Estados Unidos el resultado de factores idiosincráticos —las desventajas políticas de su contrincante demócrata, Hillary Clinton, y la inoportuna intervención del director del FBI, James Comey— y un reflejo del descontento popular con las políticas públicas adoptadas en respuesta a la crisis, un descontento que desaparecerá ahora que el crecimiento se ha acelerado, el desempleo ha caído y los salarios han empezado a subir?
Todo se desmoronó en los últimos años del periodo. En el referéndum de junio de 2016, Reino Unido votó abandonar la Unión Europea. En 2017, una de las primeras acciones del recién elegido presidente de Estados Unidos, Donald Trump, fue retirarse del Acuerdo Transpacífico (TPP). La Administración Trump se negó a confirmar el nombramiento de nuevos miembros para el órgano de solución de diferencias de la OMC y en 2018 impuso nuevos aranceles a las importaciones de China, Europa e incluso Canadá, que respondieron con medidas equivalentes. Los flujos de inversión trasfronterizos se vieron perjudicados por sonadas intervenciones gubernamentales, como la negativa de Pekín a aprobar la adquisición por parte de Qualcomm del fabricante de semiconductores NXP o cuando Berlín impidió la compra por parte de China de la compañía eléctrica alemana 50Hertz. La economía china mostró signos de ralentización y mercados emergentes desde Argentina a Turquía experimentaron dificultades cuando la Reserva Federal estadounidense subió los tipos de interés. Daba la impresión de que la estabilidad de la economía global pendía de un hilo.
Esta secuencia de acontecimientos suscita dos preguntas, una referida al pasado y otra al futuro. En primer lugar, ¿por qué se retrasó casi una década la reacción a las primeras tendencias globalizadoras? Como hemos dicho, en 2008-2009 las economías avanzadas sufrieron la desaceleración más grave ocurrida en ochenta años. Los mercados emergentes dependientes de las importaciones y las exportaciones se vieron fuertemente perturbados cuando los bancos centrales de los países avanzados reaccionaron con programas de estímulo monetario bajando sus tipos de cambio en lo que se llamó «guerras de divisas».3 Sin embargo, no se produjo un rechazo generalizado del sistema internacional responsable de estos resultados tan desconcertantes. En lugar de ello, los países del G20 reafirmaron su compromiso con el comercio libre y abierto y evitaron políticas comerciales de empobrecimiento del vecino. Los bancos centrales se concedieron mutuamente líneas de swap y créditos excepcionales. Los gobiernos buscaron coordinar sus respuestas a la desaceleración en materia de política fiscal. Expandieron los recursos del Fondo Monetario Internacional de modo que estuviera mejor preparado para hacer frente a la crisis. La reacción antiglobalización no llegó hasta más o menos ocho años después, en 2016, desencadenada por el referéndum sobre el Brexit, la victoria de Donald Trump y el auge de políticos y partidos nacionalistas y antieuropeístas en distintos países de Europa. ¿Cómo se explica este peculiar retraso?
En segundo lugar, ¿qué supone esta secuencia de acontecimientos para el futuro de la economía global? ¿Es la reacción negativa que empezó en 2016 una aberración? ¿Es la elección de un nacionalista económico como presidente de Estados Unidos el resultado de factores idiosincráticos —las desventajas políticas de su contrincante demócrata, Hillary Clinton, y la inoportuna intervención del director del FBI, James Comey— y un reflejo del descontento popular con las políticas públicas adoptadas en respuesta a la crisis, un descontento que desaparecerá ahora que el crecimiento se ha acelerado, el desempleo ha caído y los salarios han empezado a subir?
Preguntas similares
hace 5 años
hace 5 años
hace 8 años
hace 8 años