Comparte en familia: Después de la función, conversa con tus familiares sobre tus juegos de infancia y cómo han ido cambiando. Pregúntales qué les gustó más de tu presentación y en qué podrías mejorar. Pídeles que te comenten sobre sus juegos favoritos de infancia y compáralos con los tuyos. Guarda tus listas, tabla, narraciones, bocetos y respuestas en tu portafolio. Evalúa tu trabajo y reflexiona: Anota las respuestas de las siguientes preguntas en una hoja reusable y guárdala en tu portafolio personal: ¿Qué he aprendido en esta actividad? ¿Qué nuevas ideas tengo sobre los juegos recreativos de mi infancia? ¿En qué se parecen o diferencian los juegos recreativos de mi infancia con los juegos recreativos de mis familiares? ¿En qué otros proyectos puedo aplicar el teatro de papel?
Respuestas
Respuesta:
En mi infancia decidí escribir mi testamento. Todos mis juguetes los heredaría mi gato. Mi cuarto, un vagabundo llamado Alejandro que siempre me saludaba y mi libro sobre cortesía se lo dejaría a mi hermano después de la pelea que habíamos tenido. Esta lista se la llevé a mi tía que es abogada y pedí que apostillara el documento. Es una mujer ingeniosa, envió copias a todos los parientes, pero el original lo colocó dentro de un marco y lo puso encima de la mesa, cerca de unos diplomas. Además, no solo se rió de mí toda la familia, sino también sus clientes.
Una vez durante la hora de dormir en jardín de niños, se me acercó un chico. Fingí como si estuviera durmiendo y no me moví para nada. Se acostó a mi lado, me besó la mejilla y me dijo en voz baja: "Te amo". Después regresó a su lugar. Todavía recuerdo muy bien cómo se fue a casa aquel día. Recuerdo su suéter gris con líneas verticales. Ahora tengo 15 y esta confesión infantil es uno de los momentos más románticos y brillantes de mi vida.
En mi infancia, cuando fui de vacaciones al pueblo de mi abuelo, todo el mundo en las puertas tenía una tabla colgada que decía: "Perro diabólico en el patio". Una vez me peleé con mi abuelo y escribí en las puertas: "Abuelo diabólico en el patio".
Una niña trajo una nueva muñeca al jardín de niños. Estaba tan hermosa, que a los niños también les gustó mucho. Todos jugaban con ella, pero yo la rompí. Después de ver las lágrimas de esta niña, decidí regalarle la misma muñeca. Pedí a mis padres que me regalaran esta muñeca para mi cumpleaños y no lo que quería yo. Mis padres me apoyaron y el día de mi cumpleaños le entregué este juguete. Su felicidad se completó. Pero en la tarde mi papá preparó otro regalo para mi. Dijo que hice lo correcto y estaba muy orgulloso de mí.