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Respuesta:
Santa Rosa de Lima no fue monja. Fue laica consagrada, específicamente “terciaria dominica” y vestía ese hábito.
Nunca vivió en un convento ni tuvo vocación a vivir en clausura. Decidió consagrarse a Dios como laica.
Cuando descubrió su llamado a la vida consagrada, quiso pertenecer a una congregación dominica de monjas. Pero entendió que Dios tenía otros planes para ella.
Un día, se encontraba rezando en su habitación frente a una imagen de la Virgen. Le pedía ayuda para decidir entre seguir siendo laica o ser monja. De pronto, sintió que no podía levantarse del suelo.
Sus rodillas parecían pegadas al piso. Pidió ayuda a su hermano, pero él tampoco pudo moverla. En ese momento oró: “Oh Madre Celestial, si Dios no quiere que yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de esta idea”. Inmediatamente pudo levantarse. Ella reconoció lo ocurrido como un mensaje vocacional del mismo Dios.
Pidamos su intercesión para que nos ayude en nuestra búsqueda del Plan de Dios para nuestras vidas.