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Durante una noche tormentosa, Watson y el detective Sherlock Holmes se encontraban juntos en la casa de Baker Street, cuando escucharon llegar a alguien. Se trataba de un joven limpio y muy bien vestido, llamado John Openshaw, que acudía buscando el consejo y la ayuda del Holmes.
Cuando Sherlock le pidió que explicase lo que sucedía, el joven comenzó a contar su historia. Refirió que, muchos años antes, su tío Elías había ido a vivir algunos años a América, donde primero sirvió al ejército y luego se retiró al lugar donde tenía una plantación. Tiempo después volvió a Inglaterra y se instaló en una finca, a donde invitó a John a vivir. Este convivió con su tío muchos años y lo asistió en algunas tareas. Un día Elías recibió una carta proveniente de India. Al abrirla y ver que dentro contenía cinco semillas de naranja y un sello que decía “K. K. K.”, palideció del miedo.
A raíz de ello el hombre decidió dejar en testamento todas sus posesiones a su hermano y quemó ciertos papeles que sacó de una caja que tenía la inscripción “K. K. K.”. Además cambió sus rutinas, pues se encerraba más y se volvió más nervioso, hasta que un día lo encontraron muerto, ahogado en un charco de agua, pero sin señales de violencia. Dadas las circunstancias, el padre de John tomó posesión de la propiedad y del dinero legado.
Después de un tiempo de vivir en paz, también al padre de John le llegó una carta que contenía cinco semillas de naranja y la instrucción de “colocar los documentos en el reloj de sol”. Salió unos días de su casa para visitar a un amigo, pero nunca volvió, pues tuvo un accidente que le quitó la vida. Años después, el mismo John recibió aquella carta misteriosa.