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Entre las consideraciones iniciales que debemos manifestar, resulta insoslayable aludir el que frente a un fenómeno literario como es el modernismo, la bibliografía que existe sobre el tema y las múltiples vías de su estudio y análisis, habitualmente convergen en un aspecto esencial: su condición de pluralidad en formas expresivas y el simultaneísmo con que emerge en el espacio geográfico hispanoamericano.
No obstante la certeza anteriorcon su implícita invariabilidad, nuestro interés apunta a relevar una variante en ese ámbito, esto es, su condición de un movimiento sometido a sus propias tensiones internas, a lo que se agregan los alcances impensados de su desarrollo. En tal sentido, creemos que la historia que lo explica y la dinámica que asumieron sus estrategias formales se articulan con la mirada de quienes impulsaron su proyecto, que si fue determinado por las condiciones de producción, estas se manifestarán extrañamente desde un fondo contradiscursivo hacia su época. Estimamos que esto aporta en su examen y recepción para asimilarla a una sensibilidad estética.
La instancia que significa estudiar hoy el modernismo literario, constituye, desde tal perspectiva, entrar en un campo de estudios que, en lo global, se somete a una doble modalidad, al enfrentarnos con una línea de trabajo que configura una suerte de diálogo entre la historia literaria y la historia cultural, una línea de trabajo que se sitúa más allá de una forma clausular de comprender un hecho literario, sustentada en la autosuficiencia de la obra1.
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