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El nivel del debate sobre el calentamiento global es escandalosamente pobre. Tengo muy pocas esperanzas de convencer a la gente de que rechace a la lógica defectuosa, pero quizás mostrando alguna de las falacias más comunes en la hipótesis del “calentamiento global antropogénico” algunas personas se den cuenta de la manera en que han estado engañadas por la propaganda distribuida masivamente por los grandes medios de comunicación. Lista de Falacias
La Apelación al Consenso científico es una forma de apelación a la autoridad, conocida falacia en el campo de los debates, pero más que nada es una forma de “cargar los dados” o “arreglar el mazo de naipes”. Opera de la siguiente manera: El IPCC le pregunta a los académicos y científicos con credenciales: “¿Está usted de acuerdo conmigo?” Si la respuesta es “SÍ”, esa persona es aña-dida a la Lista Bonita; si la respuesta es “NO”, el desafortunado es incluido en la lista Persona No Grata. Entonces el IPCC informa que existe un consenso entre quienes son miembros de IPCC y dado que este consenso es un “consenso”, sus conclusiones son inapelables y están fuera de toda duda. Un razonamiento circular perfecto.
Pero “EL” consenso no es un consenso de climatólogos! Este humilde autor, por ejemplo, a pesar de haber ofrecido sus servicios de manera repetida –para ser remunerado de la misma forma en que los son los que están dentro del “consenso” (después de todo tengo que comer), jamás tuvo su ofrecimiento aceptado. “EL consenso” no es, en consecuencia, un consenso en todo su signi-ficado. Es “medio consenso”. Por supuesto, aún algunos que dice NO pueden llegar a estar incluidos en a Lista Bonita, pero a sus opiniones no se le acuerda el mismo peso que la de los dueños del IPCC. Vea el interesante artículo de Judith Curry sobre el “consenso” para comprender más este asunto.
“Usted no es climatólogo!” Esta es la abuela de todas las falacias; es la “Apelación a la Autoridad”. Esta falacia genera más hilaridad que ninguna otra. Ocurre cuando alguna opinión hecha por alguien fuera del “consenso” es invalidada porque la persona que emite esa opinión no es climatólogo “genuino” o “verdadero”.
Primero, si esta falacia no lo fuese, ¿cómo podemos explicar que el IPCC puede incluir tantos climató-logos que nos son “reales” ni “genuinos”? Una enorme porción (quizás una mayoría?) de sus miembros son economistas. Biólogos, geógrafos, médicos, físicos, químicos, estadísticos, etc. ¿Deberíamos no creer en lo que dicen porque estas personas no son climatólogos genuinos? Un ejemplo de hilaridad: meditando sobre el ClimateGate, el filósofo Gary Gutting escribe en el New York Times:
“Algunos no expertos oponentes del calentamiento global hicieron una montaña de una canti-dad de emails escritos y circulados entre un puñado de científicos del clima que ellos ven co-mo evidencia de un sesgo hacia el calentamiento global. Pero a menos que este grupo esté deseoso de argumentar desde esta pequeña (y cuestionable) muestra a la generalmente nada confiable ciencia del clima, como disciplina, ellos no tienen alternativa sino aceptar la visión de consenso de los científicos del clima de que estos emails no atentan contra el núcleo del resultado del calentamiento global.”
Pero, Gary, querido muchacho, sólo piense que: si usted está desechando las afirmaciones de los críticos porque ellos “no son expertos”, cómo es que usted, un “no experto” tan grande como lo que se puede hallar, juzga que las afirmaciones del IPCC son válidas? ¿Cómo puede un “no-experto” aceptar la “visión de consenso”? Yo soy un experto: No acepto “LA” visión de consenso. Y mi experticia en temas del clima con toda seguridad supera a la suya. Por consiguiente usted tiene que creer en lo yo digo. Si me replica que muchos más expertos tienen una visión opuesta a la mía, y por ello usted prefiere creer que lo que ellos dicen es verdad, entonces usted ha reducido a la Verdad a un Voto. Esta falacia es persistente y casi siempre es usada en la manera que lo hace Gutting por los civiles ansiosos de no aprender nada de física, pero que están deseosos de hacer callar al bando contrario. La falta de credenciales de una persona puede ser, y a menudo lo es, relevante a por qué esa persona dijo una falsedad, pero es irrelevante para probar la falacia.
La comparación estúpida: Técnicamente conocida como non sequitur esta falacia es la más popular entre los políticos y expertos, y hasta entre los ocasionales académicos filósofos. Los ejemplos constituyen legiones. Esto es usualmente evidenciado cuando se llama a alguien “negacionista”, una táctica patética si es que existe una.
También ha sido usada en publicaciones con “peer review”, para comparar a la no creencia en el calen-tamiento global como comparable al apoyo a la esclavitud. Cada vez que usted escuche “no debemos creer a los negacionistas porque tenemos que salvar al planeta,” o sus muchas variantes, usted está escuchando esta falacia.
Explicación:
ojala e sirva :)