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Respuesta:
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Respuesta:En la literatura en lengua española, el término modernismo denomina a un movimiento literario que se desarrolló entre los años 1880-1910, fundamentalmente en el ámbito de la poesía, que se caracterizó por una ambigua rebeldía creativa, un refinamiento narcisista y aristocrático, el culturalismo cosmopolita y una profunda renovación estética del lenguaje y la métrica.
Se conoce por modernismo a la forma hispánica de la crisis universal de las letras y del espíritu y que se manifiesta en el arte, la ciencia, la religión y la política. En ciertos aspectos su eco se percibe en movimientos y en corrientes posteriores. En las raíces del Modernismo hay un profundo desacuerdo con la civilización burguesa.
Pasado el auge del Renacimiento, aparecen en la poesía americana de fines del siglo XIX, voces nuevas que anuncian un cambio substancial en la misma. La influencia esta vez va a venir de Francia, cuyos poetas simbolistas, parnasianos y decadentes van a impresionar vivamente a ciertos poetas y prosistas jóvenes de América: José Martí, Manuel Gutiérrez Nájera y José Asunción Silva, entre los más importantes. Ellos no crean, todavía el modernismo en Latinoamérica, cuya culminación y madurez se hallará en Rubén Darío a la aparición de Prosas Profanas y Los Raros (1896), pero son los precursores y aununciadores de esta escuela.
El modernismo latinoamericano es la más visible muestra de combinación e impureza que caracteriza a nuestro mestizaje cultural, se manifestó por el despertar en la sensibilidad de todo un continente, de toda una raza, que, llena de vigorosas energías, se coloca frente a la vida, sorprendiéndose de hallarse en posesión de un instrumento de expresión maravilloso, el idioma.
La prosa que da inicio al modernismo se caracteriza por un peculiar cuidado del ritmo y la musicalidad del lenguaje. Por voluntad artística se aproximará a la poesía. Por ello se cultivará, durante el período modernista, el poema en prosa o la prosa poética.
La poesía modernista, por su parte, muestra los siguientes rasgos distintivos: renovación métrica, renovación en el vocabulario poético, esteticismo, exotismo, idealización del siglo XVIII, introducción de un nuevo tipo femenino, epicureismo, exaltación de la Grecia Clásica.
En general, los autores y críticos coinciden en que el Modernismo, como movimiento literario, se caracterizó de acuerdo con los siguientes elementos o rasgos diferenciadores:
Amplia libertad creadora.
Sentido aristocrático del arte: rechazo de la vulgaridad.
Perfección formal.
Cosmopolitismo: el poeta se considera como ciudadano del mundo, está por encima de la realidad cotidiana.
Disposición intelectual hacia todo lo nuevo.
Correlación con otras manifestaciones artísticas y expresiones de la creación humana (aproximación de la literatura a la pintura, la música, la escultura).
Gusto por los temas exquisitos, pintorescos, decorativos y exóticos: la mitología, la Grecia antigua, el Lejano Oriente, la Edad Media, entre otros.
Práctica del impresionismo descriptivo (descripción de las impresiones o emociones que causan las cosas y no las cosas en sí mismas).
Renovación de los recursos expresivos: supresión de vocablos gastados por el uso; inclusión de vocablos musicales y de uso poco frecuente; simplificación de la sintaxis; aprovechamiento y primacía de las imágenes visuales.
Renovación de la versificación; se le otorgó mayor flexibilidad al soneto. Se dio preferencia a la versificación irregular, el verso libre y a la libertad estrófica que dieron a la poesía variedades y expresiones desconocidas
Hispanoamérica sintió, al imbuirse de ideas europeas, el orgullo de su juventud, de su poderío. Y por joven y fuerte, se sintió original frente a un mundo que ya empezaba a nutrir los gérmenes de su descomposición.
Vino primero la voluptuosidad de su fuerza. Lo que en los precursores fue tanteos, ensayos, lo que en cada mente puesta en contacto con las viejas civilizaciones fue deslumbramiento, en los maestros fue seguridad de su fuerza, apetencia de superación, alegría del éxito. Y sintieron la necesidad de llegar hasta la cuna del idioma, de retroceder a la fuente de la tradición, para decir: “Vean lo que puedo hacer”. Llegaron hasta España, en esos momentos en condiciones, por acción de la generación del ´98 de realizar un encuentro de nuevo con la belleza, sepultada durante el siglo XIX por un tono general de poesía burgesa. El soplo renovador partió de América.
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