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Vivo con mi amiga en un conjunto habitacional, ambas en el segundo piso. Solamente estábamos a dos entradas de distancia. Cuando éramos pequeñas, no teníamos teléfonos, por eso un día decidimos hacer nuestro propio "correo". Quisimos estirar una cuerda de mi balcón hasta su balcón. Desde el segundo piso fue muy difícil de realizar, pero por fin lo logramos. Lanzábamos por turno los extremos de cuerda al balcón de cada una. Fue muy divertido: aplicabas una nota en un extremo de esta cuerda y agarrabas por el otro y la nota te llegaba. Estábamos muy felices, nos mandábamos cartas cada tarde. Además, en la mañana quien se despertara más temprano mandaba un mensaje. Te levantabas, corrías al balcón y veías que te había llegado una nota: "¡Buenos días!" Extraño mucho esos tiempos.
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