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4.En los campos de concentración y exterminio nazis la música ocupó un lugar importante. Se articuló en un doble sentido: por un lado los prisioneros eran obligados a cantar canciones afines a los gustos de los soldados, siendo esta una excusa para quebrar su voluntad y humillarlos. Por otro lado, y como modo de canalización, los mismos prisioneros crearon –en los pocos momentos de soledad y tranquilidad– piezas musicales propias para decir lo que sentían. a. Investiga y redacta sobre los personajes mas reconocidos dentro de este movimiento musical en los campos de concentración.
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LOS CAMPOS DE CONCENTRACIÓN Y EXTERMINIO
En las últimas dos décadas, el público comenzó a darse cuenta de que en los campos de concentración nazis se componía música. Esto queda de manifiesto principalmente a través de las presentaciones contemporáneas de compositores de Theresienstadt y de las canciones de los guetos y campos de concentración, como el estreno de la ópera de Viktor Ullmann, “El emperador de la Atlántida o la muerte abdica”, que se llevó a cabo en Ámsterdam en 1975. También se evidencia en los recuerdos de los músicos sobrevivientes y en películas como “Playing for Time” de Daniel Mann (1980) y “El pianista” de Roman Polanski (2002). Sin embargo, la música de todos los tipos, estilos y géneros constituía un aspecto fundamental de la vida en los campos de concentración, incluyendo los campos de la muerte. Esto hace que uno se pregunte: ¿cómo se podía crear música en esas circunstancias y qué funciones y significados tenía la música en los campos?
LA MÚSICA COMANDADA
Cuando se establecieron los primeros campos de concentración en 1933, los guardias de los campos rutinariamente le ordenaban a los prisioneros que cantarán mientras marchaban, hacían ejercicio o durante los castigos. Lo hacían para burlarse, humillar y disciplinar a los reclusos. Como le ocurrió a Eberhard Schmidt en Sachsenhausen, los internos que desobedecen las reglas o que las llevaban a cabo incorrectamente (‘¡Parejos! ¡Marchen! ¡Canten!’) les daban una excusa a las SS para que pudieran golpearlos arbitrariamente:
Aquellos que no conocían la canción recibían una golpiza. Aquellos que cantaban en voz muy baja recibían una golpiza. Aquellos que cantaban en voz muy alta recibían una golpiza. Los hombres de las SS infligían palizas salvajes.
Normalmente los prisioneros eran obligados a cantar canciones de los nazis, de los soldados y canciones folclóricas y marchas de las SS. Además, debían cantar canciones de valor simbólico para grupos de reclusos puntuales con el fin de humillarlos. Por ejemplo, a los comunistas y a los socialdemócratas los obligaban a cantar canciones del movimiento laborista; aquellos que eran religiosos eran forzados a cantar canciones religiosas relacionadas con su credo.
La música de los programas de radio y de tocadiscos sonaba por altoparlantes instalados en algunos campos. Además de discursos de propaganda, marchas militares y música ‘alemana’, entre 1933 y 1934, los guardias de Dachau pasaban música de Richard Wagner para ‘reeducar’ a los oponentes políticos. En Buchenwald, establecido en 1937, se transmitían conciertos nocturnos de radio alemana por los altoparlantes, lo cual impedía que los prisioneros pudieran dormir. Asimismo, se tocaba música de marcha para tapar los ruidos de las ejecuciones.
Por indicación del comando del campo, las bandas musicales estaban conformadas por músicos prisioneros profesionales y amateurs. Los coros de prisioneros eran frecuentes, particularmente durante los primeros años del sistema de campos; aunque luego del estallido de la guerra, las bandas de reclusos moldearon la vida musical de los campos de concentración más grandes. Las primeras de estas orquestas de campo oficiales ya existían en 1933, por ejemplo, en los primeros campos de concentración de Duerrgoy, Oranienburg, Sonnenburg y probablemente también en Hohnstein. Luego de la reorganización del sistema de campos -cuando se disolvió la primera generación de campos de concentración (con excepción de Dachau) y, luego de 1936, cuando se reemplazaron por campos nuevos y más grandes-, hubo orquestas de prisioneros (todavía antes de la guerra) en Sachsenhausen (como una continuación de la banda de Esterwegen), en Buchenwald y en Dachau. Con la expansión del sistema de campos y la fundación de un sistema satélite de subcampos, existieron orquestas oficiales en casi todos los campos de concentración principales, en los subcampos más grandes y en algunos campos de exterminio. En ocasiones, había varios grupos en un mismo lugar, como en Auschwitz, entre los cuales había una banda de música compuesta por 120 músicos y una orquesta sinfónica de 80 músicos. Su repertorio incluía marchas, himnos del campo, música de salón, música ligera y dance, canciones populares, melodías de películas y operetta, fragmentos de ópera y música clásica como la Sinfonía nº 5 de Beethoven. En varias ocasiones, se creaban nuevas composiciones y arreglos originales como, en Auschwitz, la marcha del campo de concentración de Mieczyslaw Krzynski y Henryk Krol. Y mientras, según Benedikt Kautsky, las marchas militares alemanas estaban prohibidas, “uno no era de criticar en los campos de concentración de Buchenwald o Auschwitz, donde se escuchaban varias antiguas marchas prusas formales”.