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Respuesta:
La primera actividad tipográfica de Gutenberg (1440-1450) no fue la prensa, sino los impresos religiosos, primero, seguidos de impresos escolares, administrativos y comerciales. La prensa en el sentido paraperiodístico apareció a finales del siglo XV, con noticias verdaderas, relatos más o menos realistas, elucubraciones increíbles o polémicas religiosas y políticas.
Todas estas publicaciones iban dirigidas a una élite; la gran mayoría de la población era analfabeta y las publicaciones se vendían a un precio bastante elevado. Solo en los dos últimos tercios del siglo XX la prensa pasó a ser, poco a poco, un producto de consumo corriente.
difundidos; prácticas que no eran otra cosa más que adaptaciones de las medidas adoptadas en los primeros tiempos de la prensa tipográfica.
Ya en 1475 había surgido en Colonia la censura eclesiástica y en 1543 el Papa Pablo III había impuesto al mundo católico el indispensable imprimatur. El poder civil le siguió los pasos y la censura fue adoptada en 1524 en lo que hoy es Alemania.
Pluralismo y monopolio
s de periódicos y muchas veces autores).
Pero el poder político iría más lejos, tomando la iniciativa de gran parte del lanzamiento de los primeros periódicos. Citemos solo dos casos célebres: el de La Gazette, semanario fundado en 1631 en París por Thèophraste Ranaudot, un protegido del Cardenal Richelieu, primer ministro de Luis XIII, periódico en el que no se privaron ambos de escribir de manera anónima. Y también el caso de la Gazeta Nueva, creada en 1661 en Madrid por Francisco Fabro, secretario de Juan José de Austria, primer ministro y medio hermano de Carlos II.
Cuando, en el período de entreguerras, la radio comenzó a ganar audiencia, las autoridades políticas de varios Estados europeos decidieron tomar el control de la situación, adoptando una legislación restrictiva en esta materia y no autorizando la creación de radios privadas. Fue el caso de Gran Bretaña, Alemania e Italia, por ejemplo. En otros países las radios públicas y privadas cohabitaron, como en Bélgica o Francia, así como durante las dictaduras salazarista y franquista. Esta situación dio lugar a un monopolio del servicio público en toda Europa tras la Segunda Guerra Mundial.
La pérdida de influencia de los partidos
La entrada en escena de la radio y la televisión como medios de información hizo perder a la prensa el privilegiado estatuto de divulgadora de las noticias. El hecho de que los ciudadanos pudieran confrontar diferentes fuentes de información (prensa, radio, televisión) y no dependieran solo del ‘monopolio’ del periódico leído hizo desaparecer progresivamente los órganos de los partidos políticos y grupos de presión, percibidos como medios de periodismo militante y de información sesgada.
Explicación:
Con la desmonopolización de los sectores de la radio y de la televisión, en la década de 1970, este ascendente de los partidos en el poder fue perdiendo terreno, debido a la proliferación de los medios audiovisuales y a la competencia informativa. Pero también porque una nueva cultura pos-Mayo del 68 y una generalización de la formación superior de los periodistas favorecieron el distanciamiento de las organizaciones políticas, lo que hizo extenderse por casi la totalidad de los países de Europa Occidental -con la notoria excepción de España- la creación de instituciones que funcionaran como intermediarias entre las radios y las televisiones de servicio público, de un lado, y los gobiernos centrales o regionales, de otro.
Un eterno desamor inevitable
Este eterno desamor es más fácil de comprender cuando se comprueba que la primera vocación de un medio de información, si quiere tener éxito, es la de tener en cuenta los intereses de su público y no los de aquellos que están interesados en ‘producir’ información. Pero su misión es también asumir claramente la función de contrapoder, impidiendo que los poderes constituidos sigan la tendencia natural a abusar de ese poder, sobrepasando los límites de lo que es admisible en un Estado de Derecho y en una democracia, en el pleno sentido de la palabra…