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El primer instinto de la mayoría es que la vida es lo más importante y, por ende, no hay siquiera razón para considerar otra cosa que no sea tratar de salvar la de todos a toda costa.
Para hacerlo, decidimos poner en riesgo al personal sanitario, sin darle mucho lugar a la duda, aunque sí al agradecimiento.
Y, bajo el postulado de que "la economía se recupera, los muertos, no", en varios lugares se suspendió la primera, con altos niveles de aprobación.
No obstante, al hablar de economía no todos están pensando en las pérdidas en la bolsa, las bajas en los precios del petróleo o del poder adquisitivo de los consumidores.
La economía también está ligada a la vida y la muerte de personas.
Las medidas de aislamiento impuestas en gran parte de los países del mundo auguran una recesión, y las recesiones matan, no a decenas de una vez, de una sola enfermedad, ni como parte de un evento dramático que va siendo reportado a diario, sino que van acortándole la vida a individuos, muchos de los cuales forman parte del mismo grupo vulnerable al coronavirus .
Y en lugares como Latinoamérica, no es un riesgo a futuro: el aislamiento no va a matar a gente por la escasez de recursos que está por venir, sino por la de ya mismo.
Al final, podemos fácilmente terminar sacrificando a unos por otros, o a los mismos, con distintas justificaciones.
Estamos en medio de una situación en la que no hay respuestas correctas, lo único a lo que se puede aspirar es a encontrar la mejor de las opciones, pues la pandemia se ajusta con precisión a la definición real de un dilema .
Dilemas
No estamos hablando de esos "dilemas" que enfrentan las chicas en las comedias románticas, en los que tienen que decidir entre un guapo, inteligente, rico y convencional o un guapo, inteligente, no tan rico y menos convencional.