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Discurriendo en torno a la visión de Dios, Agustín de Hipona afirma en la Epístola 147 que los ojos interiores son jueces de los exteriores (Cum ergo interiores oculi iudices sivi oculorum exteriorum, 17, 41), pues los interiores ven muchas cosas que los exteriores no ven y las percepciones corporales, por su parte, no se juzgan con ojos carnales sino con aquellos del corazón (oculis cordis). El tema particular de esta disquisición es planteado igualmente en las Ep. 92 y 148 y también en el libro XXII (cp. 29) de La ciudad de Dios. Sobre la base de este tratamiento, el presente trabajo estriba en dilucidar las notas significativas que el Obispo de Hipona desarrolla a propósito de la visión interior y de su superioridad con respecto a la visión corpórea. Para la interpretación de los textos, se acude al apoyo instrumental de fuentes, junto con sus correspondientes versiones en lenguas modernas.