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La Declaración Universal de Derechos Humanos aboga por el reconocimiento y aplicación de estos a todas las personas. Sin embargo, más de 60 años después de su aprobación, no ha conseguido el objetivo que se proponía. Las buenas intenciones de aquel 10 de diciembre de 1948 no han sido suficientes para que el Día de los Derechos Humanos pueda considerarse una celebración. “Preferimos decir que es una conmemoración”, señalaba en la edición anterior Xavier Guerrero, adjunto a la dirección general de la Asociación para las Naciones Unidas en España. El último informe de Amnistía Internacional sobre “El estado de los derechos humanos en el mundo” analiza diferentes casos de “abusos” contra los derechos humanos en 159 países. Por ello, para Guerrero, el 10 de diciembre recuerda que “el marco en el que se conmemora el Día de los Derechos Humanos es crítico”.
Amnistía Internacional considera que las principales causas de vulneración de derechos son, entre otras, el subdesarrollo, la pobreza extrema, la desigual distribución de los recursos, la marginación, la violencia étnica y civil, la pandemia del VIH/sida y los conflictos armados. “No hay mayor negación de los derechos humanos que los estados de guerra, cuando los ciudadanos ni siquiera tienen derecho a la vida”, lamenta el presidente de la Federación de Asociaciones de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos, José Antonio Gimbernat. Las guerras dejan cada año millones de personas muertas, heridas, refugiadas o desplazadas.
Cuando estalla un conflicto, se pone en riesgo el derecho a la vida, pero también otros tan básicos como la salud o la vivienda. La edición de este año del citado estudio lamenta que todavía se esté “muy lejos de dar pleno alcance a la justicia”, que debe alcanzar a casos de homicidio o tortura, pero también a la negación de derechos humanos fundamentales como la alimentación, la educación, la vivienda y la salud, “que todas las personas necesitamos para vivir con dignidad”.
La responsabilidad en materia de derechos humanos es común a todo tipo de actores, incluida la sociedad civil
El objetivo de la Declaración es ambicioso. Por ello, se está en el camino de lograrlo, pero no se han conseguido los objetivos que defiende. Los estados y las instituciones internacionales tienen que garantizar los derechos que proclama la Declaración, pero el respeto a estos es responsabilidad de todos los ciudadanos, que deben exigir que se reconozcan universalmente. “Si bien los Estados tienen la responsabilidad primordial de respetar, proteger e implementar los derechos tal y como han sido codificados por la ley, la responsabilidad en materia de derechos humanos es compartida por todo tipo de actores, incluida la sociedad civil y los individuos”, precisan desde la Federación de Asociaciones en Defensa y Promoción de los Derechos Humanos.
No resulta tan imprescindible revisar el contenido de la Declaración Universal de Derechos Humanos, como los instrumentos para su aplicación. Es necesario que los estados se comprometan en el cumplimiento de este texto, que está considerado el documento base de la dignidad humana. Una tercera parte de la población vive en situación de pobreza y así es muy difícil conseguir que se garanticen los derechos humanos. Pero hay que intentarlo. “Los estados son los que no cumplen, a pesar de que los 193 estados de todo el mundo están de acuerdo con la Declaración”, resume Guerrero.