Que hechos narra la cronica el duende de catamarca

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Respuesta dada por: EstebanSAD
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Dicen que el enano que atemoriza a algunos catamarqueños –y divierte a media provincia– es de una fealdad inhumana, que en los ojos le brillan la insolencia y la maldad. Quienes aseguran haberlo visto, como el policía Miguel Angel Agüero, coinciden en que las ropas le cuelgan como si dentro de ellas flotara un cuerpo contrahecho y en que lleva puesto un sombrero negro, parecido al que visten sus parientes de la literatura fantástica. Aunque otros, como el chofer Walter Ortega, sostienen que infunde más pánico aún a la luz de la luna, entre la bruma invernal, cuando en lugar de rostro tiene la nada. Lo cierto es que desde la semana pasada “el duende” es tema recurrente para Catamarca. Mucho más desde que ayer a la madrugada dos remiseros fueron auxiliados por tres ambulancias y unos veinte policías, después de haber pasado una noche plena de supuestos fenómenos paranormales. “Me desperté temblando porque en el techo zapateaban unos diez o quince, como un tropel”, le dijo ayer a este diario uno de ellos, todavía tembloroso.  

Los enanos verdes que intentó grabar en los ochenta el movilero José de Ser –y uno de los casos por los que pasó a la posteridad– son insignificantes al lado de los pequeños demonios que asuelan las almas catamarqueñas más supersticiosas. La madrugada del miércoles pasado el suboficial de la policía Miguel Angel Agüero dejó de dar señales de vida a sus superiores que, varias veces entre la medianoche y la una y media de la madrugada, intentaron que respondiera a los mensajes de radio. Unico hombre de guardia en la subcomisaría de Banda de Varela, una localidad a apenas cinco kilómetros de la Capital, Agüero fue encontrado por sus compañeros de fuerza en una posición por lo menos extraña. Estaba “desmayado, sentado en una silla, con los ojos abiertos mirando al techo”.  

“¡Ahí está, ahí está, me viene a buscar!”, gritó el policía cuando pudieron despertarlo. Ante lo que describieron como “signos de alteración agudos”, sus colegas llamaron una ambulancia. El médico policial que lo atendió diagnosticó una “crisis estereoforme” y dijo que mientras permaneció en observación deliraba con “una persona enana o un duende que le había hablado”. Tal cual, el policía hizo un relato que se convirtió luego en tapa del diario El Ancasti y La Unión, donde el enano ya protagoniza chistes en los que persigue a un De la Rúa por someterlo al ajuste. Agüero volvía del baño, por el oscuro pasillo de los calabozos desocupados y por la puerta principal vio entrar al enano. “Era una persona, no sé si hombre, con los ojos muy rojos, la cara deformada, horrible, con granos –dijo y quedó asentado en el libro de guardia de la seccional–. No me llegaba a la cintura, tenía un pantalón negro y una camisa verde, sucios y muy grandes.” Atinó a preguntar qué buscaba semejante personaje. “Te vengo a buscar a vos, de parte de Satanás”, le contestó con alaraca.  

Ese caso dio para varias ediciones y hubo canales que obtuvieron el testimonio de la víctima. Por si acaso la Unidad Regional ordenó el cierre provisorio de la subcomisaría y puso dos custodias “para evitar la psicosis entre los agentes por el miedo o la sugestión”. Al miedo de Agüero sus colegas, que también aseguran haber presenciado “cosas raras”, intentaron exorcizarlo con la presencia de un “pai” esa misma madrugada. El hombre, un tal Fabián, aseguró al diario El Ancasti que entró “en trance” y vio al “que se conoce como enano pero en realidad es un demonio menor, peludo, sin rostro, con los ojos rojos”. También sembró una hipótesis histórica: “Hace años en ese lugar pasaron cosas muy graves”.

Si la policía de Banda de Varela quedó resentida por la “aparición” (y hasta buscan explicaciones en las culpas históricas por los crímenes de los 70), ni hablar del miedo de los remiseros Walter Ortega y Luis Agüero –sin parentesco con el policía–. “Estuvimos desde el domingo asustándonos por los ruidos en el techo, unos gritos en el fondo, ventanas que se abrían solas hasta que mi compañero vio un enano abajo de lamorera”, cuenta Agüero. Por eso ayer a la madrugada rociaron con agua bendita la casa y el patio. Fue too much para los demonios. Agüero despertó por los zapateos en los techos y encontró bajo shock a Ortega. “Entró gateando. Le tomé la mano, estaba helado y mudo. Yo temblaba”.

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