Respuestas
Respuesta:Ya hicimos referencia en el cuaderno sobre “Metodología y Técnicas” de que
la complejidad ambiental requiere de nuevos desafíos metodológicos y de un
abordaje sistémico. Sin embargo esta complejidad no sólo debe considerarse en
la escala espacial, sino también es importante tener en cuenta su escala temporal.
Los situaciones ambientales presentes no son el producto sólo del accionar de
las comunidades actuales, o mejor dicho para comprender las relaciones actuales que los hombres establecen con la naturaleza debemos explorar las propias
relaciones históricas.
Una de las características mas sobresalientes del Gran Chaco es su rica diversidad tanto biológica como cultural. Esta última se refl eja en las múltiples
lenguas, en la amplia existencia de leyendas e historias, que traducen la profunda
vinculación del hombre chaqueño con su ambiente y nos permiten comprender
en parte las situaciones actuales.
Por ello consideramos que entre los materiales no debía faltar este tipo
de recurso, y decidimos recopilar algunas de las leyendas, cuentos, historias,
poemas,etc. como una muestra más del valioso patrimonio existente en el Chaco, ofreciendo al mismo tiempo una dimensión particular para el abordaje de
los temas elegidos desde la dimensión mágica que nos proponen los cuentos y
las leyendas.
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PROYECTO DE MANEJO SOSTENIBLE DE LOS RECURSOS NATURALES EN EL CHACO SUDAMERICANO - GTZ
Educación y Capacitación para el Desarrollo Sostenible del Chaco Sudamericano
CAÁ (yerba mate)
(LEYENDA GUARANÍ)
Hace muchos, muchísimos años, la Luna no se contentaba con enviarnos
desde el cielo su luz blanca y hermosa, sino que también bajaba ella a
nuestros campos y bosques, ansiando respirar aire puro, sentir el perfume de las fl ores y alegrarse con el murmullo de los arroyuelos y el canto de los
pájaros.
¡No imaginéis a la Luna, en sus paseos por la Tierra, rodando de aquí para allá
como una bola cualquiera!... Imaginadla transformada en una mujer hermosísima, con ojos brillantes como dos estrellas, de larga cabellera plateada, y envuelta
en tules fi nísimos de suaves colores. ¡Así bajaba la Luna a la Tierra!
Y no venía sola; acompañábala siempre una bellísima joven, que era, a su vez,
una nube a la que la Luna había transformado.
Nuestros indios guaraníes llamaban a la Luna, Yací, y a la; nube, Araí.
Adoraban a Yací porque, según ellos, era la diosa que protegía y premiaba a los
hombres buenos.
Una tarde, Yací y Araí paseaban juntas aspirando embelesadas el aroma de las
plantas y de las fl ores del bosque.
De pronto, en una vuelta del camino, entre la maleza, se les apareció un temible yaguareté (tigre) que, en actitud de saltar sobre ellas con las fauces abiertas
para destrozarlas con sus dientes y sus garras, parecía esperarlas hambriento.
Imaginad la escena.
Ellas nada pueden hacer para defenderse. Se detienen horrorizadas ante el
feroz animal y allí quedan inmóviles; paralizadas de espanto; a pocos pasos está
el tigre agazapado y medio escondido entre las plantas, esperando el menor movimiento de ellas para alcanzarlas de un zarpazo.
Yací y Araí sólo piensan en huir para librarse de su terrible enemigo.
Ya va a saltar el tigre sobre ellas, cuando ven con gran asombro que éste, rugiendo de dolor, cae herido por una fl echa que alguien le ha arrojado.
Yací y Araí huyen horrorizadas, y desaparecen. Mientras tanto, el yaguareté,
rugiendo furioso, busca a su heridor para atacarlo. ¿Y qué ve? Allí, oculto, detrás
del grueso tronco de un árbol, está un indio viejo que sostiene entre sus manos
un arco y muchas fl echas. El es quien intenta matar al tigre para salvar la vida de
las dos mujeres.
El yaguareté, al verlo, brama furioso queriendo arrojarse sobre el indio para
devorarlo. Pero éste, aunque viejo, es astuto y muy valiente; consigue apartarse y
arrojar nuevas fl echas al yaguareté, el que cae, al fi n, muerto a sus pies.
Pasado el peligro vuélvese el indio hacia el lugar en que viera a las dos mujeres,
pero no las encuentra: Yací y Araí, llenas de espanto, habíanse transformado en
Luna y en nube para elevarse nuevamente, sutiles y aladas, al reino de los cielos
de donde habían bajado.
La noche cae ya sobre el bosque. El indio apresúrase a sacar la piel al yaguareté, se cubre con ella y trepa luego a la copa de un árbol, dispuesto a pasar aÍIí
la noche.
Satisfecho por la buena acción realizada, el indio viejo no tarda en quedars
Explicación: