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Explicación:El oro en el Egipto de los faraones
Andorrano Joyeria 11 Junio 2015
oro faraones
La belleza del oro en su estado natural atrajo al hombre desde tiempos remotos. Ya nuestros ancestros primitivos quedaron cautivados con este metal tan resistente al fuego y que podía trabajarse de forma más o menos llevadera para construir brazaletes, anillos o collares.
Esta pasión experimentó un gran auge en la época del Antiguo Egipto. Los egipcios, siempre deslumbrados por lo permanente e inmortal, sintieron verdadera y lógica pasión por este metal de características físicas tan inalterables, que se convirtió pronto en el número uno de su jerarquía de metales preciosos, por encima de la plata y el cobre.
Hacia la época del Imperio Medio, a finales del tercer milenio a.C, el oro fue el metal más extendido en la corte y la orfebrería alcanzó su momento de máximo esplendor y perfección. Por aquel entonces, el oro se importaba de Nubia, al Sur de Sudán, de forma masiva. Lo que inicialmente fueron unas zanjas poco profundas, el paso del tiempo y el trabajo del hombre las convirtió en unas enormes galerías subterráneas. Multitud de esclavos expusieron o sacrificaron su vida en la extracción de este oro, muchas veces aplastados por las rocas o víctimas de las inhalaciones al emplear el fuego para quemar dichas rocas.
Uno de los ejemplos más significativos de la pasión de los egipcios por el oro es el tesoro de El-Tod, que hoy podemos contemplar en los museos de El Cairo y El Louvre. Un tesoro que incluye, en dos de sus cofres, diez lingotes de oro numerados con un peso de 6.505 Kg. cada uno.
Como sabemos, los egipcios utilizaron su metal más preciado para sus joyas y también en la elaboración o decoración de las tumbas de los faraones. ¿Por qué lo hacían?
Si atendemos a una explicación de carácter religioso, el oro evocaba para los egipcios el resplandor del dios Ra, dios del cielo, dios del sol y del origen de la vida en la mitología egipcia. El oro era para los egipcios la carne de los dioses, sus huesos eran de plata y sus cabellos de lapislázuli.
Además, como los egipcios consideraban al faraón el hijo del Sol, y lo identificaban con ese dios, comenzaron a utilizar el oro en los ajuares funerarios de los faraones. Según la creencia, el oro poseía un poder regenerador para ayudar al renacimiento del faraón. En las tumbas reales se crearon unas cámaras funerarias llamadas “cámara del oro”, donde se llevaba a cabo dicha regeneración. Estas cámaras estaban pintadas de amarillo, color asociado al oro.
Al existir esa estrecha asociación entre el oro y el faraón, el soberano era el único que podía poseer ese valioso metal, su único dueño legítimo. Así pues, también él era el único que podía regalarlo u otorgarlo, como si fuera un don divino. Algunos personajes, que destacaron por hechos excepcionales de carácter civil o militar, recibieron el “oro de la recompensa”, el más preciado de los regalos, que sólo podía otorgar un faraón. Grandes collares compuestos por discos de oro, o copas y platos de oro, fueron los obsequios más utilizados.