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La novela objeto de estudio, más que una novela, es un poema en prosa o una novela escrita en una prosa
plenamente poética; muestra intrínsecamente que no se trata solo de retórica metafórica cuando Felde la ha
clasificado como «la flor más pura e inmarcesible del romanticismo hispanoamericano; sin historia, sin política,
sin filosofías; sin nada más que el simple patetismo del sentimiento y la pintura simple de la naturaleza y del
ambiente humano; la esencia de su estilo».
Puede considerarse la obra cumbre de la literatura colombiana romántica, es ejemplo y orgullo que enaltece a
las letras colombianas desde el siglo XIX, ha sido traducida a más de 15 idiomas y se han realizado
numerosas ediciones de la obra, lo que confirma su importancia capital para la intelectualidad colombiana.
El título de la obra es más que corto o simple, sugerente; este nombre femenino antiguo, que a la vez evoca
dolor, sufrimiento y hasta amor, encarna perfectamente el contenido de la obra, donde además el personaje
masculino, gira alrededor de una mujer frágil, amorosa y bella que lo seduce. El título en su integridad
connota soledad existencial, no conclusión del objetivo amoroso.
La novela, basada en experiencias autobiográficas, tiene un tono elegíaco, y narra la historia de los amores
trágicos de María y su primo Efraín, en el valle del Cauca. Pero la leyenda es que en realidad María vivió y su
verdadero nombre era María Mercedes Cabal; esta historia constituirá el asunto de la obra literaria.
En maría no se vislumbran los problemas de la época. Escrita en 1860 cuando todo lo que se escribía estaba
en función de la política y todos los autores se defendían abiertamente, María no denuncia nada, no
desenmascara nada, no se subleva contra nada; su indiferencia política es evidente. Es un libro políticamente
neutro.
Encontramos en la novela, según Mejía Duque, la exaltación del papel de la mujer frente a los valores,
saberes y haceres del hombre, que según él, se debe a que aún el mercantilismo en esta sociedad preindustrial no había envilecido las relaciones interhumanas hasta donde se llegaría más tarde cuando la mujer
se convirtió en mercancía de la sociedad de consumo, o sea, que aunque se ve a la mujer como un objeto
propio del lugar y para realizar determinadas labores, todavía su subestimación no ha llegado al grado que
posteriormente alcanza.
La esclavitud
Aunque muchos críticos han afirmado que la sociedad plasmada en María es un mundo idealizado en que
todos los personajes son buenos y nobles, se puede cuestionar dicha afirmación. Ante todo, nada de noble
tiene una sociedad que admite la institución abominable de la esclavitud. Isaacs demuestra la preocupación
del realismo al censurar esta vulgaridad inhumana. Efraín pregunta a Emigdio por qué un muchacho tiene el
brazo mutilado; su amigo contesta que lo había metido en el trapiche, y se queja de la estupidez de los
esclavos, y añade que ya el joven no sirve más que para cuidar caballos. La simple inclusión de este pasaje
nos muestra que el autor se aterra ante tal desconsideración. Pero la mayor protesta contra la esclavitud la
encontramos en el relato de Nay y Sinar; el dolor de los desgraciados que se ven separados de sus familias;
los horrores de los buques que transportan los esclavos, las propuestas depravadas que hacen algunos
traficantes a las negras más bonitas, etc. Es pues, un tanto apresurado afirmar que la novela nos presenta una
sociedad idealizada. Sin embargo en el caso específico de la familia de