• Asignatura: Historia
  • Autor: VibiAna02
  • hace 7 años

LA RELACIÓN DE LOS CAUDILLOS DE LA HUESTE INDIANA CON LA TENDENCIA DE AMERICA LATINA DE LA PRESENCIA DE CAUDILLOS EN LA HISTORIA REPUBLICANA


samuelehoyosr: listo

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Respuesta dada por: samuelehoyosr
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Respuesta:

El caudillismo en América Latina, ayer y hoy

 

Pedro Castro*

 

Resumen

El trabajo aborda el fenómeno del caudillismo como figura de la historia latinoamericana subsistente al día de hoy. Ligado a la decadencia de la autoridad colonial, es distintivo de varios países en el siglo XIX. Es consecuencia del colapso del Gobierno central (México) y de fracturas en el aparato estatal y ascenso de movimientos de masas con líderes carismáticos (Argentina y Brasil) en el XX. A principios del siglo actual, Hugo Chávez posee rasgos que lo sugieren como caudillo posmoderno, en control de los recursos derivados del petróleo y del manejo de medios de comunicación, activos fundamentales en el movimiento en torno a su persona.

Palabras claves: caudillo, caudillismo, carisma, legitimidad, autoridad.

 

Abstract

The work approaches the phenomenon of 'caudillismo' (military leadership) like a figure of Latin American history still permanent to the present day. Bound to the decay of the colonial authority, it is distinctive of several countries in the nineteen century. It is consequence of the collapse of the central government (Mexico) and of fractures in the state apparatus and of the ascent of social mass movements with charismatic leaders (Argentina and Brazil) in the twenties. At the beginning of the present century, Hugo Chávez has several characteristics that suggest him like a postmodern caudillo: has control of the resources derived from the oil and the handling of mass media, fundamental assets for the movement around its person.

Keywords: caudillo, military leadership, carisma, legitimacy, authority.

 

La figura de los caudillos puebla la historia, la leyenda y el imaginario político latinoamericano. El siglo XIX es pródigo en este tipo de dirigentes: Antonio López de Santa Anna, José Manuel de Rosas, Francisco Solano López, José Gaspar Rodríguez de Francia... El siglo XX tiene también una galería nutrida de caudillos: Porfirio Díaz y Álvaro Obregón en México; José Domingo Perón, "El Conductor de Argentina"; Getúlio Vargas, fundador del Estado Novo en Brasil, y hasta Rafael Trujillo, "El Benefactor" de los dominicanos; y la lista no se agota. El siglo XXI cuenta con Hugo Chávez, quien ha puesto al día el caudillismo latinoamericano, y de quien hoy, pese a muchos, solamente se puede hacer un balance provisional. Cada uno de los caudillos tiene su propio estilo, y no todos deben ser medidos con el mismo rasero. Algunos han sido dictadores a secas, como Santa Anna y Díaz; otros, razonablemente democráticos, como Hipólito Irigoyen –la figura sobresaliente en la Unión Cívica Radical durante el primer tercio del siglo XX, y derrocada por el general José F. Iraburu.1

El origen de la palabra caudillo viene del diminutivo latino caput, que significa "cabeza", "cabecilla", y aunque no existe una definición actual única e incontrovertible, tanto en términos académicos como populares el término evoca al hombre fuerte de la política, el más eminente de todos, situado por encima de las instituciones de la democracia formal cuando ellas son apenas embrionarias, raquíticas o en plena decadencia. Caudillismo e institución democrática son elementos situados en los extremos de una línea ascendente de la evolución política en donde el primero sería el "más primitivo" y el segundo el "más desarrollado".

El término "caudillo" es tan elástico a la hora de su uso, que se refiere a una cantidad de personalidades similares pero con grandes diferencias. En este sentido, "caudillos" han sido Villa y Zapata; Morazán y Sandino; Páez y Moreno; Santa Anna, Obregón y Díaz; De Rosas y Rodríguez de Francia; Perón y Vargas; Trujillo y Stroessner, y tantos otros que no escaparon al título –que parecía agradarles– y que a ojos de seguidores y detractores adquiría características que los enaltecía o los denostaba, según el caso. Aunque tal elasticidad del término podría dar lugar a discusiones interminables sobre lo que exactamente es y no es un caudillo, ello es un obstáculo menor en el abordaje del tema, como si habláramos de otros temas poliédricos como la democracia o el nacionalismo. Baste decir, entonces, que cuando nos referimos al caudillo, señalamos a quienes ejercen un liderazgo especial por sus condiciones personales; que surge cuando la sociedad deja de tener confianza en las instituciones. Pesa más que sus propios partidos, tanto que a veces los aplastan.

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