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Respuesta:
Explicación:
desde este punto de vista no se diferencia mucho de la anterior —corriente "fría", antihumanista,
que valora la estructura y la técnica. A lo largo de estos últimos decenios, estas dos tendencias
han coexistido en una relación de fuerzas que fue variando. Con el reflujo del movimiento del 68,
hacia la mitad de los 70, la perspectiva romántica conoció un eclipse durante cierto tiempo, pero
hoy asistimos a su renacimiento.
Si bien el debate actual se inspira en corrientes culturales anteriores (un cierto número de
autores tienen sus raíces en el espíritu del 68), la oposición entre románticos y antirománticos
toma ahora una forma sensiblemente diferente, pues se trata de una discusión explícita y tratada
en libros y ensayos sobre el estado actual de la "civilización" y sobre las opciones futuras del
desarrollo social. Esta discusión hace resaltar varios interrogantes fundamentales de total
actualidad, en un momento en el cual las perspectivas de evolución posterior de las sociedades
parecen estar singularmente ausentes, y cuando la pregunta "¿hacia dónde ir?" se plantea con
una fuerza particular.
Dos referencias filosóficas importantes constituyen el trasfondo intelectual del debate en
Francia: Heidegger y Habermas. El primero representa la puesta en cuestionamiento "anti-moderna" de la racionalidad occidental, y el segundo es el continuador del proyecto racionalista de
la Ilustración y la modernidad.
Sin embargo, el impacto de su obra es mucho más ambiguo, no solamente a causa de la
diversidad de interpretaciones francesas de estos autores, sino porque su relación con la
modernidad es en sí misma ambivalente: recordemos que Heidegger veía en la tentativa de
controlar la técnica moderna "la grandeza y la verdad interna" del nazismo, mientras que
Habermas integraba en su obra ciertos aspectos de la crítica frankfortiana de la modernidad
—notablemente en su rechazo a la colonización del mundo realizada por la lógica instrumental
de los sistemas.
La ofensiva antirromántica
A partir de los años 70, especialmente en su segunda mitad, se desarrolla en la vida intelectual
francesa una reacción creciente contra el espíritu del 68, particularmente por aquéllos que habían
participado en el movimiento: izquierdistas arrepentidos (nuevos filósofos y otros), que destruyen
alegremente sus ídolos de antaño y echan con el agua sucia del baño toda idea de crítica social.
Lanzados por esta vía llegarán rápidamente a reivindicar parte de aquello que habían
puesto en duda en mayo del 68. En los años 80 surge un cierto número de defensores